lunes, 29 de abril de 2019

La noche del caramillo (1)



Ayer, tras las elecciones, se pudieron comprobar varias cosas que me parece interesante comentar y resaltar:
Como no podía ser de otra forma, Ciudadanos y PP mantuvieron el mal estilo hasta el final y se negaron a concluir el día con “fair play”. Ambos se empeñaron en una lucha de tiempos y posiciones dejando la mas mínima cortesía arrinconadas, de manera que el ganador empezó su celebración sin la pública felicitación de los derrotados y compartiendo pantalla con ellos, que hicieron los posible por coincidir con él. Malas formas y peor talante Lo esperado, nada nuevo.
Después de la semana sin encuestas, se ha demostrado que la prensa, en su inmensa mayoría, se ha dedicado a manipular los estados de ánimo inventado una realidad que ellos sabían falsa. La traca final la puso Ok diario y su congreso de peluqueros. Mala cosa tanto servicio a los intereses de los amos y tanto olvido de los mínimos deberes éticos.
Ciudadanos desprecia el valor del centro para pelear por la derecha. Incomprensible que Rivera prefiera pelear por la derecha a reinar en el centro político que está llamado a ser el eterno árbitro de la política española. Podría haberse consagrado como el eterno vicepresidente y en lugar de eso, se empeña en la pelea con Casado. Él verá qué ventajas espera de esa lucha.
Concordia: entre pegarnos y hablar. Elegimos hablar. Por fortuna, parece ser que los españoles preferimos las opciones que hablan a las que quieren pegarse y romperse el alma. A trabajar, a hacer política y a llegar a acuerdos, que mejor nos irá a todos. Vox, con su 10%, que se parte el alma con los de Puigdemont, que también se quedan solitos. Podrían vender entradas y pagar los gastos de Waterloo.
CIS: después de convertirse en el centro de todas las iras, se ha reivindicado como el mejor instrumento de predicción con la mejor aproximación a los resultados reales. No le servirá de mucho, pero Tezanos puede callar muchas bocas.
Los catalanes, en contra de lo que muchos podrían pensar, han procesado y tamizado la realidad llegando a curiosas conclusiones: hay que premiar a los coherentes y castigar a los liantes y cobardes que escurren el bulto. Consagraron a Junqueras y olvidaron a Puigdemont. Dicen que la distancia es el olvido y el posibilismo pragmático es una buena opción. Con el tiempo, retornará la calma. Espero.
Casado prefirió seguir los consejos de Aznar, más facha que los Vox, y perder el rumbo tapando huecos antes que dejar a Vox en las tinieblas de afuera y centrarse en los suyo: ganar las elecciones sin echara nadie y sin avergonzar a ninguno. ¿Es que no se dio cuenta de los muchos que, en el PP, rechazan los extremos?
La desnudez de Vox se llama curva normal y se ha demostrado que, de momento, su marea no pasa del extremo de la derecha y se queda en el 10.26% del electorado. ¿Utilidad? Salvo saber quienes son y que quede demostrado que no pintan un carajo, ninguna, pero no me parece mal que ocupen sus pesebres, que ya han demostrado que argumentar no, pero rebuznar, rebuznan muy bien. Los españoles prefieren la vida a la muerte, que el siglo de los grandes místicos adoradores de la muerte pasó hace tiempo.
El PP no puede seguir diciendo que es un partido “nacional” con un solo diputado en Cataluña y ninguno en Navarra y el País Vasco: con esa gotera, el poder se mantiene lejos del universo de lo posible. Ellos verán.
Por último, el recuerdo de un sonido: el caramillo del afilador se oye en la calle Génova alto y claro mientras desde sus ventanas muchas voces requieren de sus servicios. Casado lo lleva claro, que os recuerdo que muchos afiladores eran gallegos y Núñez Feijoo reina la periferia aprestando tropas para la escabechina. Es lo que pasa por confiar la responsabilidad del mando a un incapaz. Vae victis: Casado pesa su propia espada.
(    (1) Caramillo, chiflo, zampoña, flauta de pan, en Galicia, bouso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario