Ayer, tras las elecciones, se
pudieron comprobar varias cosas que me parece interesante comentar y resaltar:
Como no podía ser de otra forma,
Ciudadanos y PP mantuvieron el mal estilo hasta el final y se negaron a concluir
el día con “fair play”. Ambos se empeñaron en una lucha de tiempos y posiciones
dejando la mas mínima cortesía arrinconadas, de manera que el ganador empezó su
celebración sin la pública felicitación de los derrotados y compartiendo
pantalla con ellos, que hicieron los posible por coincidir con él. Malas formas
y peor talante Lo esperado, nada nuevo.
Después de la semana sin
encuestas, se ha demostrado que la prensa, en su inmensa mayoría, se ha
dedicado a manipular los estados de ánimo inventado una realidad que ellos
sabían falsa. La traca final la puso Ok diario y su congreso de peluqueros. Mala
cosa tanto servicio a los intereses de los amos y tanto olvido de los mínimos
deberes éticos.
Ciudadanos desprecia el valor del
centro para pelear por la derecha. Incomprensible que Rivera prefiera pelear
por la derecha a reinar en el centro político que está llamado a ser el eterno
árbitro de la política española. Podría haberse consagrado como el eterno
vicepresidente y en lugar de eso, se empeña en la pelea con Casado. Él verá qué
ventajas espera de esa lucha.
Concordia: entre pegarnos y
hablar. Elegimos hablar. Por fortuna, parece ser que los españoles preferimos
las opciones que hablan a las que quieren pegarse y romperse el alma. A
trabajar, a hacer política y a llegar a acuerdos, que mejor nos irá a todos.
Vox, con su 10%, que se parte el alma con los de Puigdemont, que también se
quedan solitos. Podrían vender entradas y pagar los gastos de Waterloo.
CIS: después de convertirse en el
centro de todas las iras, se ha reivindicado como el mejor instrumento de
predicción con la mejor aproximación a los resultados reales. No le servirá de
mucho, pero Tezanos puede callar muchas bocas.
Los catalanes, en contra de lo
que muchos podrían pensar, han procesado y tamizado la realidad llegando a
curiosas conclusiones: hay que premiar a los coherentes y castigar a los
liantes y cobardes que escurren el bulto. Consagraron a Junqueras y olvidaron a
Puigdemont. Dicen que la distancia es el olvido y el posibilismo pragmático es
una buena opción. Con el tiempo, retornará la calma. Espero.
Casado prefirió seguir los
consejos de Aznar, más facha que los Vox, y perder el rumbo tapando huecos
antes que dejar a Vox en las tinieblas de afuera y centrarse en los suyo: ganar
las elecciones sin echara nadie y sin avergonzar a ninguno. ¿Es que no se dio
cuenta de los muchos que, en el PP, rechazan los extremos?
La desnudez de Vox se llama curva
normal y se ha demostrado que, de momento, su marea no pasa del extremo de la
derecha y se queda en el 10.26% del electorado. ¿Utilidad? Salvo saber quienes
son y que quede demostrado que no pintan un carajo, ninguna, pero no me parece
mal que ocupen sus pesebres, que ya han demostrado que argumentar no, pero
rebuznar, rebuznan muy bien. Los españoles prefieren la vida a la muerte, que
el siglo de los grandes místicos adoradores de la muerte pasó hace tiempo.
El PP no puede seguir diciendo
que es un partido “nacional” con un solo diputado en Cataluña y ninguno en
Navarra y el País Vasco: con esa gotera, el poder se mantiene lejos del
universo de lo posible. Ellos verán.
Por último, el recuerdo de un
sonido: el caramillo del afilador se oye en la calle Génova alto y claro
mientras desde sus ventanas muchas voces requieren de sus servicios. Casado lo
lleva claro, que os recuerdo que muchos afiladores eran gallegos y Núñez Feijoo
reina la periferia aprestando tropas para la escabechina. Es lo que pasa por
confiar la responsabilidad del mando a un incapaz. Vae victis: Casado pesa su
propia espada.
( (1) Caramillo, chiflo, zampoña, flauta de pan, en
Galicia, bouso.
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