Si alguien no lo ha visto, imprescindible
Bolsonaro ha ganado las elecciones presidenciales en Brasil.
La democracia tiene esas cosas y suele incubar, magnánima, los huevos de la
serpiente. Los dictadores inteligentes se aprovechan de las garantías y de las
libertades democráticas para acabar con ellas una a una mientras que los más
bestias llegan montados en el tanque y acaban con todo a sangre y fuego, de una
vez y sin contemplaciones. Como el gigantesco pollo del cuco que somete a su
madre a un régimen tiránico e imposible, los dictadores “in péctore” se
asientan en los cargos y van limando las libertades públicas con mayor o menor
disimulo, pero el resultado siempre es el mismo: el desastre, la persecución y
la muerte de muchos, de los que no se conforman.
Brasil ha sido el primer país de los organizaron la siniestra
Operación Cóndor que retorna a la senda de la dictadura, la falta de libertades
y la más abyecta visceralidad para gestionar la cosa pública, pero la sombra
del Cóndor, como la del ciprés, es alargada y se proyecta lejos y hacia todas
direcciones.
Desde la comodidad de nuestra seguridad -poca, incierta y
siempre temerosa, pero mejor- es sencillo criticar y rasgarse las vestiduras,
pero no podemos olvidar que la dinámica que hace crecer a estos seres vesánicos
y descerebrados se genera en las carencias de aquellos que se entregaron a la
corrupción, las malas prácticas y la desidia ante la gestión de la cosa
pública. De la decepción nace la exigencia tiránica; de la incapacidad de las
instituciones, la necesidad de actuar sin esperar a que el Estado se haga
cargo, así que antes de llorar por la elección, deberíamos atender a tener la
casa bien limpia, barrida y ventilada. Si la historia nos enseña algo es que la
miseria acaba por encontrar una vía de escape para soñar, para ilusionarse con
el fin de sus penas y la consagración de los mejores tiempos.
El fascismo vive, nace y se alimenta de la frustración y del
miedo; no crece en un terreno bien roturado y sin malas hierbas, no: el
fascismo es la mala hierba por excelencia, es la flor del abandono, la desidia
y la corrupción. Dicho esto, dejo que el miedo -mi miedo -vuele libre
anticipando desgracias y malos tempos que cabalgan a lomos estos nuevos señores
del mal. Por ejemplo, este señor ya ha prometido manga ancha en la amazonia y
de ese territorio depende el 20% del oxígeno que todos, he dicho todos los
seres humanos sobre el planeta tierra, respiramos y necesitamos hasta nueva
orden. Un ejemplo siniestro de la famosa globalización y que, en este caso, nos
llena de incertidumbre, pero siendo gordo, no es lo más grave.
Lo más grave es la corriente favorable para este tipo de
personajes y situaciones; lo peor es que no hay nada que nos proteja a todos de
re-ediciones siniestras que, por mucho que parezca increíble, pueden reproducirse
en cuanto nos relajemos un poco. El Cóndor vuela alto y en círculos, los círculos
de una historia que amenaza con volver una vez que ya la hemos olvidado. Genial