sábado, 29 de abril de 2017

De la naturaleza ondulatoria de la libertad

Representación gráfica de una onda

El ser humano se ha preocupado, siempre, sobre la verdadera naturaleza de los fenómenos físicos que se manifiestan en su entorno más próximo, dando lugar al nacimiento e la filosofía y de la ciencia, armas con las que se ha adentrado en los misterios del universo y en los oscuros campos de su propio pensamiento. Hoy, cuando los avances de la ciencia se hacen notar como nunca antes lo pudieron hacer, nos encontramos con ciertas corrientes contrarias a la aceptación de la verdad y, de forma colateral, con un retroceso enorme de la aceptación de la libertad de la sociedad y, lógicamente, de los individuos que la componen. Esta pequeña reflexión trata de averiguar tanto la naturaleza intrínseca de la libertad como el uso que hacemos de  ella en nuestra sociedad y en nuestros posicionamientos individuales.

Si nos atenemos a nuestro país, podemos ver que determinados actos, pensamientos y manifestaciones individuales que eran comunes y socialmente aceptados de forma general, se han convertido en algo perseguido y reprobado por los sectores más conservadores. ¿Que nos ha pasado para que lo que antes era normal y adecuado a los espacios de libertad ganados tras largas décadas de inmovilismo social y oscurantismo religioso? ¿Cómo puede ser que un simple comentario -me niego a calificarlo de chiste dada su poca gracia y pésimo gusto - sobre una figura que desapareció hace décadas dé lugar a un proceso judicial? ¿Puede algún español de los que peinamos canas negar que, a lo largo de su vida, hemos hecho comentarios de mucho peor jaez que los que ahora se persiguen? Las barras de los bares patrios han sido testigos de verdaderas salvadas verbales sobre la muerte del susodicho personaje y sobre otras muchas cuestiones que hoy nos llenan de rechazo y de vergüenza. 

Yo mismo, desde las gradas del Magariños, he pedido a gritos la presencia del Ku Klux Klan, he mandado a las forofas a fregar y le he deseado la peor de las muertes y suplicios varios a muchos árbitros y jugadores de los equipos contrarios. Fruto de la educación recibida, calificábamos de gafotas, gordos, pelotas, maricones y demás epítetos hoy constitutivos de causa por acoso, todo lo que se desviaba de los cánones establecidos. Luego llegaron los años de liberación y España se llenó de color, de diversidad, de tolerancia y de intentos por normalizar lo que siempre había existido por mucho que nuestros educadores lo negaran. Salieran del armario y de la persecución los homosexuales bajo las banderas de las siglas LGTB reivindicando el lógico espacio debido a sus vidas; cada cual siguió sus criterios aceptando o negando la unicidad del pensamiento político y de la concepción religiosa de sus vidas; se abrieron las compuertas de las presas sociales y nos sentimos libres disfrutando de nuestra libertad. Estábamos en la cresta de la ola y la modernidad pilotaba nuestra vidas.

Si la libertad hubiera tenido una naturaleza corpuscular, hubiéramos creado un cuerpo inmenso, rotundo, blindado, imposible de limar o reducir, pero la naturaleza de la libertad nos deparaba la sorpresa de su realidad: la ola seguiría su evolución y bajaríamos hasta el valle de las sombras que ahora habitamos. Sinceramente, jamás pensé que deberíamos preocuparnos de las cuestiones que hoy nos preocupan y lamentar la pérdida de lo que hoy hemos perdido y algunos echamos de menos. La reacción, el descenso camino del valle -cruel coincidencia con el otro valle tan defendido por algunos en contra de la más mínima sensibilidad propia de la condición humana- de la onda nos está volviendo a llenar la vida de tristeza, seriedad, impostura y el silencio de la autocensura en busca de lo "socialmente aceptado" o "políticamente correcto".

Fuera de España, las corrientes contrarias nos regalan titulares escandalosos en los que la reacción triunfa de manera similar a los juicios seguidos contra Galileo, Giordano Bruno, Servet y tantos otros. Los profesores del cinturón de la Biblia de los USA se ven obligados a hablar de Darwin -uno de los intelectos cumbre de  la humanidad- en plano de igualdad con lo que dice "el libro". La universidades no pueden debatir sobre todo, como es su obligación, pues los estudiantes se ven agredidos por la diversidad de pensamiento, escuelas, tendencias, teorías y posibilidades. Es como si la sociedad toda fuera en busca de la uniformidad, del silencio, de la tranquilidad que da el no tener que pensar, tomar postura y abrir ese debate unipersonal que todos realizamos cuando analizamos la información recibida para construir una postura, la nuestra, sobre la realidad.

La ciencia se ve perseguida y cuestionada por el absurdo y si alguien lo duda, que esté atento a lo que va a pasar en poco tiempo con el renacimiento de enfermedades olvidadas gracias alas campañas estatales de vacunación. ¿Razón? La sinrazón de unos inconscientes que llenan las redes sociales de mentiras sobre falsos efectos secundarios de las vacunas. Si quieren saber de los efectos secundarios, que miren las antiguas fotografías de las salas de hospitales rebosantes de pulmones de acero en los que los afectados por la poliomielitis intentaban salvar sus vidas ya siempre condicionadas por miembros paralizados de imposible recuperación.

Volvemos a los valles oscuros de la intolerancia, descendemos a las profundidades de la intransigencia, el debate político se llena de ausencias intelectuales y vivimos ayunos de teorías políticas que nos propongan soluciones válidas para una sociedad que cabalga veloz hacia no sabemos dónde.España se está convirtiendo en un país plano, triste, malencarado y grosero que rechaza las posturas contrarias de forma visceral y por completo carentes de argumentación. Las opiniones medran huérfanas de criterios que las formen y sustenten, pero siempre en la pendiente descendiente de esa onda que condena a la libertad a su actual reducción.

Hoy, por desgracia, la explosión social de los años 80 no sólo sería imposible: hoy llenaría cárceles y juzgados de procesos, sanciones y penas mientras, eso sí, todos buscamos ser correctos y hablar, en el colmo de la estupidez y mojigatería, de ciudadanos y ciudadanas; olvidamos el correcto uso de las reglas del lenguaje con el ánimo de satisfacer...¿Qué satisfacción se busca? La verdad es que no lo sé y además, desprecio aquello que puede verse potenciado por esas prácticas, lo confieso.

La física de la onda nos ha dominado y hoy los comentarios se ven analizados por una policía que, contrariamente a lo que parece sensato, se ve obligada a dedicar sus horas y sus afanes a leer mensajes de 140 caracteres de los que sólo se puede decir que están a la altura de su extensión y de la calidad intelectual de los que los escriben.

Hace años que la pena por esa deriva domina mis reflexiones, pero lo que hemos vivido en las últimas semanas me hace temer lo peor: el triunfo absoluto de la oscuridad y la reacción sobre la libertad, esa libertad que se consolida olvidando lo peor y asentando lo mejor en el espacio común de una sociedad que ara y rotura con cariño ese espacio tan delicado, frágil y rodeado de enemigos por los cuarto puntos cardinales.







jueves, 13 de abril de 2017

CONTRA LA PARED



Que la vida es injusta y un proceso mal parido es algo que llevo diciendo muchos años, pero que, además de esas cualidades cuente con la capacidad de ser una auténtica hija de puta es algo que se demuestra en muchas ocasiones y con especial brillantez cuando se ceba en la suerte de los niños. hace pocas semanas que, de vez en cuando, me asalta un video que se emite -imagino que sin cargo y por la cercanía de algún directivo con la causa, que suele ser la principal razón de tanta solidaridad- en los canales digitales protagonizado por niños enfermos de cáncer. El video es genial y ha sido posible gracias a que el Dúo Dinámico ha donado los derechos de su canción “Resistiré”, algo realmente loable y que ha permitido la creación de una pieza realmente buena y especialmente emotiva.

Confieso que no puedo verlo sin emocionarme y ponerme triste: es algo que me pasa por encima y que, sin embargo, no puedo dejar de ver y detengo de forma fulminante la búsqueda de otros programas en cuanto me encuentro con sus imágenes. Quiere ser alegre, optimista;  quiere transmitir fuerza y energía; quiere que seamos conscientes del esfuerzo de los niños enfermos y de la enorme profesionalidad y entereza de los que los cuidan (Digno de otros miles de páginas elogiosas y largos panegíricos, sin duda) en medio de un ambiente alegre que ellos mismos generan y que se alza por encima de las desgracias diarias que deben llenar sus vidas. Todo perfecto, pero yo me quedo triste, hecho polvo y pensando que, si hay algo injusto en el mundo, es la enfermedad de un niño y que si algo niega la existencia de algo parecido a un dios es, precisamente, esa posibilidad: un niño que muere de cáncer es un insulto, una infamia, una injusticia, un absurdo, una cabronada insigne que no admite más intervención que la tiranía de una proceso, la vida, basada en la destrucción, el azar y el derroche de seres que alimentan a otros seres en un círculo de suma cero que nos devora a todos sin tener en cuenta ningún destino, ningún sentido y sobre todo, ninguna justificación.

El video es un recordatorio constante sobre el absurdo que rige nuestras vidas, siempre sujetas al azar de una enfermedad, una infección, un accidente, una alteración y siempre, siempre, enraizadas en la más absoluta intrascendencia: nuestra vida no le importa a la vida, ella continúa impasible buscando nuevas víctimas, algunas de las cuales argumentan que verse sometidos a esa enloquecida tiranía es “una bendición”. No, la vida no es una bendición, es una putada que, en el caso de las enfermedades infantiles, se muestra todavía más cruel, absurda y despiadada, casi vengativa y sádica.

Tomo el título de uno de los versos de la canción “cuando me pongan contra la pared..” y es que todo lo que el video refleja y desarrolla a mi, personalmente, me pone contra la pared y refuerza por completo y una vez más, lo que he ido acumulando como manual de instrucciones para afrontar ese breve periodo de consciencia que llamamos vida y que está llamado a volver al silencio de la materia inerte y ser, otra vez, polvo de estrellas.

A todos los que intervienen en esa lucha, en esa pelea diaria les deseo lo mejor y especialmente deseo que esa cara que trata de transmitir alegría e ilusión, pierda, para siempre, la oscuridad doliente que puedo ver cada vez que me dice que “la quimio jugando, se pasa volando”. Mucha suerte, mucha fuerza, mucho ánimo y que la vida no se cebe con vosotros. 


Ni es justo ni es comprensible. Por lo menos, para mí.