viernes, 3 de mayo de 2019

El precio de la sangre



Casado se enfrenta al pago de una deuda que otros muchos tuvieron que pagar en su día: la sangre derramada en la limpieza de enemigos exige su precio y salvo que las Municipales, Autonómicas y Europeas le echen una buena mano, no creo que tenga capital suficiente para afrontar los pagos pendientes. El pago se realizará, pero el pecio será su propia cabeza.
Esto no es nuevo y todos los líderes que entraron en sus organizaciones cortando cabezas lo afrontaron en su día. ¿Qué le hubiera pasado a Pedro Sánchez de no tener buenos resultados? Hubiera sido linchado y colgado de los barrotes de Ferraz, sin duda. Hoy, Casado se enfrenta a una situación política muy complicada a la que se suma -a perro flaco todos son pulgas -una deuda económica que no tendrá alivio mediante las subvenciones por resultados y a una inflación de clases pasivas que le responsabilizan a él de su defenestración y que quieren venganza, así de sencillo.
El PP parece más cerca de su desaparición que de la refundación y no me extrañaría que la postura absurda de ciudadanos clonando los discursos más duros de la derecha buscara urbanizar de nuevo el solar que el PP puede dejar baldío. ¿Será esa la apuesta? Podría cuadrar y explicar parte de ese exceso que ha dominado la campaña de Rivera, pero me parece que lo que caracterizaría ese intento se resume en un refrán: “la avaricia rompe el saco”. Aunque las grandes teorías neoliberales aspiran a la ambición sin límites y a la acaparación de mercados, parece claro que España ha optado por alejarse del bipartidismo y abrazar la diversidad como escenario de futuro, platea en la que la negociación es básica y la especialización, también. Desde mi punto de vista, se equivoca, pero volvamos a los revueltos dominios del PP, que será allí donde se vierta la sangre.
El PP, en contra de lo que tratan de argumentar sus cabezas, sólo ha pagado la primera letra de la corrupción -moción de censura a Rajoy – pero las letras seguirán llegando según vayan cerrándose los procesos judiciales y los jueces dicten las muchas y largas sentencias que tienen que escribir todavía. Es muy posible que cada una de ellas sea un calvario que subir, incluyendo la posibilidad de ser condenado el propio partido según lo permite la nueva ley. Una verdadera pesadilla.
Supongamos que esas sentencias le permiten seguir en activo: la deuda económica es enorme y la pérdida de diputados, senadores y, en general, cargos públicos, supone un roto considerable en la cuenta de resultados.
El resumen de Casado es que ha perdido las elecciones, el dinero no llega para mantener una estructura tan grande como la que tiene y los cambios de dirección no son creíbles. La sentencia parece clara y el ejecutor, probablemente sea Núñez Feijoo, cuya apuesta para hacerse cargo de un PP sin historia, sin históricos previamente defenestrados por Casado, parece salirle perfecta.
Como dijo Ciceron tras la ejecución de Catilina: “Vívere” Han vivido, su tiempo es ido.


No hay comentarios:

Publicar un comentario