sábado, 25 de mayo de 2019

Vivir de la mentira, la estafa y la amenaza



En México, país enorme y diverso aglutinado en torno a la adoración de dinero y el poder hasta extremos desconocidos en la vieja Europa, hablan del “periodicazo” como un fenómeno habitual, conocido y al que todos, los promotores y los sufridos receptores, atienden como algo posible, cotidiano y normal. Mediante dicho periodicazo, el dueño de un medio de comunicación lanza una furibunda campaña contra el político de turno que ha decidido entorpecer alguno de los negocios del que maneja la prensa local. Mal asunto este y la cosa suele acabar con el político humillado, pidiendo clemencia y contratando alguna campaña de publicidad institucional que pagan los contribuyentes.
Esta posibilidad estaba, hasta ahora, reservada a los dueños de los periódicos que se editaban en papel, pero la irrupción de los medios de comunicación en internet, abaratando costes y eliminando papelería y distribución ha permitido, a algunos avezados cuasi-delincuentes españoles, importar tan rentable práctica de extorsión mafiosa y lanzarse a hacer caja con una voracidad y eficacia digna de mejor causa.
Basan toda su apuesta en la desmesura, en rentabilizar los límites de la legalidad colocando sus contenidos un poco más allá de la raya confiando en la sacrosanta libertad de información y prensa, de la que siempre se benefician de manera bastarda. Ya sabemos que la historia demuestra que son precisamente los que abusan y destruyen los sistemas de garantías democráticas los que más alto claman por su respeto para corromper el espíritu de tan noble empeño.
Son los fascistas de siempre, los que quieren imponer su criterio y su modelo sobre la mayoría mediante el uso de la presión social, mediática y la mentira, enormes y dañinas cantidades de mentiras que calumnian sin pruebas y tratan de desgastar el poder de las instituciones. En España ya tenemos un buen muestrario de estos miserables, gentuza inmunda que viven de los nobles empeños ajenos mientras ellos subsisten gracias a las heces que acumulan las cloacas de una sociedad trufada de corrupción. Son los altavoces de los Villarejos y compañía, los que bordean la deontología para intentar favorecer a su partido mientras los demás cumplen las reglas y, además, estafan al mercado falseando los datos de audiencia y comprando, en casa ajena y a bajo precio, el producto que luego intentan vender como propio con el beneficio del mejor usurero. No solo conocen las malas artes del mundo analógico, también han sido los que mejor han aprendido a falsear las estadísticas sobre las que se basa la compra de los medios publicitarios para recibir más inversión de la que merecen.
Algunos ya han sido abochornados, otros se han pasado tanto que han caído en el descrédito, pero su agonía será larga y seguirá contaminando nuestro espacio de libertad y convivencia. Estos días le ha tocado a un amigo y a su familia sufrir las actuaciones de uno de estos mafiosos inmorales. Sus mentiras han sido tan obvias, tan desmesuradas y absurdas, que se ha quedado solo en su inmoralidad, sin que ningún otro medio haya seguido la senda de la calumnia.
Para mi amigo y su familia, el apoyo, el abrazo más cariñoso del mundo y para los fascistas del periodicazo, mi desprecio; un desprecio tan profundo que no encontraréis sus nombres para evitar que nadie, ni por casualidad, incremente las cifras de sus falsas estadísticas.
Ladran, luego cabalgamos. Y mañana , a votar a Pepu todos los que viváis en Madrid. 
Siempre por favor y si sois tan amables. Gracias


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