domingo, 24 de noviembre de 2019

Nuevos elementos en la cadena de valor: la censura y la mentira




Los que pensamos y creímos, allá en el lejano 1993, que Internet vendría en auxilio de la libertad, la difusión global de la cultura y el conocimiento, la libre expresión y, en definitiva, la sustancial mejora de los elementos éticos que contribuyen a la mejora de las sociedades acertamos en parte y en otra gran parte, erramos las previsiones al 100%.
Hace semanas que vengo dando vueltas a la idea de escribir sobre los grandes peligros que, desde dentro del negocio desarrollado en internet, podemos ver los que nos dedicamos a esto: la enorme importancia de la nueva censura silenciosa ejercida por las marcas y por las plataformas de las redes sociales y la facilidad de dispersión de las mentiras en las redes sociales.
Si no habéis visto el video de la cabecera, por favor, dedicar los próximos 6 minutos a su visionado/lectura ( https://twitter.com/i/status/1198236759345238016 ) y podréis entender el primero de los dos puntos trascendentales del momento: si da dinero, Face Book (y todas las grandes corporaciones de internet) emitirán cualquier contenido que les aporte ingresos y mejora en la cuenta de resultados. No importa que estos contenidos sean políticos, empresariales o de supuestas tendencias sociales que enmascaren otros objetivos políticos y, normalmente, al servicio de ideas muy extremas. Esto vale para la difusión de mentiras a favor del breixit, la independencia de Cataluña o cualquier salvajada que mantenga que los judíos de Auschwitz estaban, realmente, de paseo por los bosques polacos. Mientras haya dinero por medio y no se ataque la libertad de la empresa emisora para hacer de su capa un sayo, vale todo y todo contribuye a que nos traguemos esa falacia de los mercados autorregulados en virtud de no se que inexorable ley con mágicos poderes para atajar las peores inclinaciones del espíritu humano. Eso en cuanto a la mentira, pero es que la mentira no vive sola en los nuevos territorios de los negocios de internet: la censura silenciosa se ha convertido en su inseparable compañera. Veamos.
Para que podáis tomar posiciones, entre Google y Face Book, dominan con mano férrea la industria de la publicidad y de los sistemas de gestión de publicidad que utilizan los medios de comunicación. En definitiva, tienen poder de vida y muerte sobre los medios - todos los medios, incluidos esos que nos dicen que son independientes – y si ellos dicen que los contenidos no son apropiados, la fuente de los ingresos publicitarios se seca inexorablemente. Mientras prohíben pezones y contenidos violentos -es decir, prohíben una gran parte de los contenidos de los medios de comunicación que DEBEN informar sobre delitos y faltas cometidos en las zonas de cobertura -ellos se dedican a vender nuestros datos de manera fraudulenta y llegan incluso a manejar nuestros historiales médicos para  -como delito potencial y todavía no probado -poder hacer negocio con aseguradoras que podrán rechazar nuestras pólizas si conocen nuestras patologías.
Y las marcas felices, pues ellas, también, pueden decidir no aparecer en esas páginas que informan de cosas tan desagradables y tan alejadas del idílico disfrute de sus productos. Nadie lo dice y nadie parece saberlo, pero entre los intereses de las marcas aprovechando esas posibilidades y la falta de ética de las grandes operadoras, la información de internet y el ejercicio de la libertad de prensa, va camino de la desaparición para convertir a la red en un entorno lleno de cachorritos y gatitos cuyas actividades a nadie perturban y contribuyen a que ellos hagan negocio dentro de una sociedad estupidizada, pacata y manipulada pro aquellos que cuyos intereses se basan en el ejercicio del poder a toda costa.
Por favor, desarrollar vuestra independencia de juicio, no les hagáis el juego y ante la posible difusión de algún contenido negativo sobre algo o alguien, siempre preguntaros sobre el origen, la veracidad y la motivación de aquellos que os hacen llegar esa clase de informaciones. La red se ha convertido en un entorno mentiroso y rentable para aquellos que engañan. Tener cuidado, que hay dragones tras las pantallas.


(1)    La cadena de valor empresarial, también cadena de valor, es un modelo teórico que permite describir el desarrollo de las actividades de una organización empresarial generando valor al producto final, descrito y popularizado por Michael Porter en su obra, Competitive Advantage: Creating and Sustaining Superior Performance (1985).1​

domingo, 3 de noviembre de 2019

El manejo de los símbolos




Madrid, en una acción loable, acogerá la cumbre del clima que debería tener lugar en Chile, país que no puede garantizar su celebración en paz y tranquilidad. No es que por aquí nos sobre mucho de eso, pero lo suficiente como para que Ifema haga caja, los hoteleros suban precios y el gobierno quede bien con los que seguirán ostentando -eso sí es generoso – la presidencia del acto.
Centrada la cosa, pasemos a analizar el papel -posible papel, que todavía no se ha cerrado – de la tal Greta Thunberg, que ya ha pedido ayuda para asistir a tan magna celebración. Lo primero que parece claro es que la niña ya ha asumido su trascendencia histórica y asume, con naturalidad, que ella debe formar parte de este acto. Es mucho suponer para sus 16 añitos, pero parece que ella tiene el cuajo suficiente como para sentirse llamada atan altos destinos y misiones.
Lo segundo que podemos plantearnos es la coherencia de sus planteamientos: no viaja en avión y no quiere que mover su cuerpo serrano hasta Madrid suponga contaminación alguna o subida de la huella de carbono. Ir hasta NY en velero es posible, pero a Madrid es más complicado acceder por vía marítima. Siendo 100% coherente, debería ser ella la que planteara la virtualidad de la cumbre y que los más de 20.000 asistentes pudieran debatir por vía informática y que nadie, ella incluida y sin dar otra opción a su participación, tuviera que realizar el contaminante viaje por avión.
Greta ha asumido su papel de símbolo, pero los demás, políticos en primer lugar, deben saber usar los símbolos para mover los cambios sociales hacia lo posible. Greta hace muy bien en reivindicar el uso del velero, pero el mundo no se puede parar o retroceder hasta la época en la que los “trade winds” marcaban el devenir de la sociedad. Ella es la vanguardia extrema, necesaria y ultramontana, pero el resto debemos aspirar a lo posible y a lo factible y debemos encontrar la manera de incorporar al símbolo en el camino de lo práctico y lo viable.
Siempre, la vanguardia marca el camino de lo ideal y el tiempo y la sensatez deben encontrar lo posible y lo adecuado o menos malo. El problema, hoy, es que ese camino hacia lo adecuado y lo posible está bloqueado por una clase reaccionaria que sigue controlando los resortes del poder e impide el avance por mucho que los datos reclamen de nuestras más inmediatas acciones.

Las personas y las cosas


Vivimos tiempos de odio en las calles y ese odio que se refleja en hogueras y adoquines voladores tiene, en mi opinión, un rasgo espeluznante que me preocupa enormemente. Hace tiempo que digo, por observaciones parciales y probablemente equivocadas, que hay un rasgo de frialdad en algunas culturas orientales que me repugna hasta los tuétanos: la frialdad con la que estos orientales son capaces de convertir en cosas a los seres vivos y, en consonancia, demostrar una absoluta incapacidad de empatía con el sufrimiento que les causan. Animales despellejados y hervidos vivos como ejemplo más notorio. Como no entiendo su sufrimiento, no hago nada por acortarlo. Occidente masacra animales,  pero entre el cinismo y la verdad, algo hacemos para que el trance sea lo menos cruel posible. Que se consiga o no, es otra cosa, seamos claros. Pero vuelvo al núcleo de la cosa: las personas y las cosas; las personas convertidas en anónimas cosas con las que se puede perder toda empatía. ¿Es posible? Me temo que si, y muy cerca.
En las imágenes de los disturbios de Barcelona, al igual que ocurre en muchos otros sitios, hay un momento en el que los manifestantes violentos pierden el norte y los policías que tienen delante pierden la condición, no ya de servidores públicos etc, sino de “personas”. Sólo así me puedo explicar que chavales jóvenes que no tienen ninguna amenaza vital de la que defenderse, busquen la forma de hacer todo el daño posible lanzando cosas con otras cosas capaces de reventarle el casco a un policía -algo nada sencillo - o ser capaces de intentar derribar un helicóptero -objeto inanimado - aunque esté lleno de otras cosas llamadas “personas”.
Me intriga mucho esa pérdida de la condición humana que, a ojos de estos jóvenes, sufren los policías o los que se ponen delante para detener sus locuras. No basta con la maldad, debe incluirse un odio ciego en la ecuación para despejar la x de esa incógnita; pero ese odio ciego debe ser cuidado, sembrado y regado con esmero para conseguir el efecto completo: si hay una fisura, es posible que una cara, un gesto de dolor o un grito, rompa en el hechizo y el policía recupere la condición de persona y todo se vaya al carajo: los jóvenes cachorros podrían ponerse a pensar y eso, ya lo sabemos, es muy malo para la causa.
Por si alguien piensa que esto es algo nuevo, lamento confirmar que esta situación es muy vieja y que ha demostrado que, una vez la persona se vuelve cosa, el resto de las aberraciones son sencillas, tan sencillas como meterlas en cámaras de gas; llenar los “gulags” de siberia o los campos de Camboya. A unos los llamamos nazis, a otros jemeres y a lo de Stalin se les puede llamar cualquier cosa, pero básicamente era único y exclusivo de una de las mentes más perversas y retorcidas que conocemos, el caso es que da igual el nombre: lo esencial es despreciar al otro hasta convertirlo en cosa. El resto, como la independencia de Catalunya, es lo de menos, una mera excusa.