domingo, 13 de septiembre de 2020

La realidad sanitaria de Madrid

La realidad es tan grande o tan pequeña como queramos, pero de forma habitual la realidad es "nuestra" realidad, lo que nos afecta de forma directa y muy poco más. Somos monos que piensan, pero eso no quiere decir que pensemos, siempre, en magnitudes universales o astronómicas: lo que hay un poco más allá de nuestro ombligo es una medida muy asumible como normal.

Desde esa medida, escribo mi experiencia como positivo de COVID en la comunidad de Madrid, experiencia que, según he compartido con amigos y allegados también afectados, puede ser considerada como la norma.

Primero: no intente llamar a su centro de salud. Es un empeño inútil.

Segundo: una vez en el centro, no espere un comportamiento lógico. Tras dar la información de que has estado en contacto con un caso, te mandan a casa  a esperar que te llamen para una cita. El médico de guardia está libre y te podría atender para decidir hacerte la PCR. A seguir paseando y contaminado a la espera de esa llamada.

Tercero: te llaman, ese mismo día, eso si, para la prueba y una ATS bien protegida y muy amable, te hace la prueba  tras una mini entrevista con el médico que dice que si, que vale, que has estado en contacto con un positivo y que te la hagan. También te dice que te aísles. El cálculo de los días de aislamiento también es de traca, pero bueno: te vas sabiendo que estás apestado hasta el día que te dicen.

Cuatro: ¿Rastreadores? ¿Seguimiento de contactos? Nada de nada. Ni siquiera puedes activar el Radar Covid porque no te dan el número de tu prueba. Ni te preguntan con quién has estado ni nada parecido. Se deja a tu buen criterio el llamar a tus contactos para darles la noticia..

Y así vamos, con el virus campando a sus anchas y con Ayuso mintiendo como una profesional al explicar la realidad de la lucha contra el virus.

Demasiado bien evoluciona la cosa que no reventamos


viernes, 11 de septiembre de 2020

A la llamada de la historia...


 Clío espera, paciente, poder apuntar el nombre del elegido por los dioses

Anda Clío (musa de la historia) buscando un nombre para anotar en su libro de registros; el nombre de aquél designado por el destino para gobernar los turbulentos tiempos presentes, pero el cuaderno mantiene en blanco el espacio reservado para ese elegido. La historia llama, pero a su llamado no acude nadie y nuestro país se desliza hacia a la nada huérfano de la gran figura que se necesita en estos casos.

Roma tuvo grandes hombres que acudieron a su cita con la historia demostrando su grandeza de espíritu, su vanidad, su orgullo, su codicia y esa mezcla de cosas buenas y malas que acaban configurando esos perfiles, únicos e irrepetibles, capaces de cargar sobre sus espaldas un destino colectivo para llevarlo al triunfo. Roma tuvo varios de estos elegidos: desde Publio Cornelio Escipión, El Africano, hasta Cayo Mario, tercer fundador de Roma y otras naciones, en los momentos claves y trascendentes de su historia, también tuvieron grandes hombres que supieron aglutinar voluntades, vencer resistencias e imaginar un destino diferente para todos.

Hoy nos encontramos, en mi opinión, en uno de esos momentos en los que afrontar la realidad y el futuro desde un punto de vista casi heroico (1) ajeno a lo pequeño de la habitual política española. Llevamos poco tiempo de democracia en España y, lo que es mucho más grave, nos faltan los hábitos, la dotación genética y la disciplina consolidada para saber discernir los momentos y sus claves. 

Lo que hoy nos toca vivir requiere de algo novedoso, distinto, visionario, generoso, moralmente elevado y colectivo; requiere de todo un movimiento unánime y acompasado que busque ganar el futuro de todos y eso, para España, no sólo es nuevo sino que no encuentra lugar, ni en la mente ni en el alma, de la clase política. Los que deberían dirigirnos hacia la conquista del futuro colectivo viven apegados a sus pequeños mundos de intereses inmediatos, mezquinos y tramposos; mundos que les son cambiados por titulares de prensa y por amenazas fantasmas a las que reaccionan de forma paranoica.

No, la historia llama y a su llamada no acude nadie al que poder seguir. Nadie que levante banderas de trabajo colectivo, esfuerzo, trabajo y recompensa para todos. Nadie que, como Hati, en el Libro de las Tierras Vírgenes, sea capaz de decretar "la tregua del agua"; el momento en el que la selva, toda, obedece a la misma ley impuesta por la necesidad y antepone lo colectivo a lo particular.

Por encima del enfado, de la frustración, del asco nauseabundo que me domina al acercarme a la política de hoy, siento pena por esa historia carente de nombres dispuesta a escribir una saga que nunca se podrá escribir: la de una España unida bajo un esfuerzo común que consiguió sobreponerse a la adversidad de esta crisis sin dejar a nadie atrás y pudo realizar su tarea sin fisuras y sin mezquindades.


(1 )Rae: héroe: Persona que realiza una acción muy abnegada en beneficio de una causa noble)