jueves, 18 de abril de 2019

Una necrofilia extraña

Estos días hay que vacunarse contra la "fiebre del viva la muerte" extraña y necrófila moda bastante incomprensible

Sinceramente, me sorprende de forma bastante desagradable esta moda que se ha venido a consolidar en los últimos años y que, estos días de Semana Santa, alcanza proporciones descabelladas. Me refiero a la explosión de "links" y videos que tratan de dirigir nuestra admirada atención hacia esa terrible canción legionaria -no himno de la legión- que tanto gustaba a Millán Astray y cuyo mérito como charlestón degenerado no alcanzo a ver, sinceramente.
Ese “novio de la muerte”, estragado de testosterona barata y almibarado de tacones y mantillas, se me aparece por completo ajeno a la vida normal de los españoles y muy propio para complementar la exageración barroca de una Semana Santa festivalera, folclórica y salpicada por la sangre de los peores cristos carentes de arte.
De repente, en los últimos cuatro o cinco años, “el novio de la muerte” se aparece como un invitado festivo y a mi no me cuadra, lo siento. Soy consciente de la evolución que ha tenido ese cuerpo y que tal evolución ha sido modélica: de reservorio franquista rancio y añejado, a cuerpo condecorado por la ONU y solicitado en todas partes en misiones internacionales. Muy bien: agradecido y como diría el castizo, “es lo suyo”, lo que tocaba hacer y se hizo bien, pero esto es una mezcla que se me atraganta: me suena a mezcla de capellán castrense, obispos bajo palio brazo en alto y manipulación eclesiástica reivindicando la catolicidad de una España que ya casi nadie reconoce ni practica.
El bombardeo viene de todos lados y de elementos de los que jamás se sospecharía colaboracionismo, ficción o afinidad alguna: de repente, sin avisar, comparten un video en el que un cristo es llevado por el centro de Málaga con los legionarios cantando la cancioncita de marras -banderín de enganche para los desharrapados delincuentes de los años 20- o con los mismos legionarios haciendo un recorrido sin demasiado sentido en un patio acordonado por “las fuerzas vivas”, muy engalanadas ellas y con la chapa del chorizo colgando de sus cuellos.

Pero la cosa no acaba en estos días, no: ha saltado a la arena política de la mano y la megafonía de Vox, partido que parece querer significarse no ya como franquista sino como “Millanista”, ídolo desenfrenado que podría ser tomado como ejemplo y modelo de lo más visceral, primitivo y desmedido de la raza humana. Como modelo, no está muy lejos de lo que el partido de marras está demostrando: toros, caza...muerte, en definitiva.
No, no me gusta esta thanatofilia tan alejada de la vida, de los empeños comunes, de las sociedades sanas y pujantes que encaran sus trabajos empeñados en disfrutar de la pelea de querer ser mejores. Que con la muerte se queden ellos, que yo prefiero la alegría, el trabajo y las ganas de mejorar. La muerte nos llegará, pero creo que nadie tiene demasiada prisa por encontrarla.

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