Obviamente, las elecciones de ayer deben ser analizadas convenientemente
por aquellos politólogos avezados que con tanta dignidad y buen hacer suelen
marrar sus predicciones y acertar con los análisis realizados cuando las cosas
ya han sucedido, pero a mi me gustaría comentar lo que podríamos denominar el
gran titular que nos aporta el papel de VOX.
Las novedades pueden elegir la forma de entrar en nuestras
vidas y VOX lo ha hecho pegando una patada a la puerta que ha roto goznes y marcos.
Este “neo fascismo” europeo, populismo que picotea medidas de un lado y de
otro, que no desaprovecha ninguna fuente de votos se ha consolidado en España
en torno a varios titulares: inmigración, unidad nacional, corrupción y
machismo, que ya está bien de que ellas vayan sueltas.
No es que Vox sea franquista, es que las ideologías se la
soplan y es mejor decir lo que cada cual quiere oír para sumar desencantados a
los cauces de esta derecha descreída y práctica. Me he tomado la molestia de consultar
la realidad económica en dos municipios: Níjar, paraíso de los invernaderos
donde los inmigrantes son bienvenidos al interior de esos hornos de plástico y
molestan mucho cuando salen de sus claustros. La inmigración molesta, no hay
duda, así que Vox se ha colocado con el 25,33% de voto. Curioso el otro caso del
municipio de Benahavis, el municipio con el valor medio de inmuebles más alto
de España (tp://www.finanzas.com/noticias/economia/20170828/economia-benahavis-malaga-moraleja-3678190.html)
Mármol como industria, mucho dinero y 4549inmigrantes sobre un total de 7348 habitantes.
Si a esa presión añadimos el españolismo impulsado por los
ataques de ciertos políticos independentistas catalanes, vamos sumando. Un
amigo mío se pregunta si en Andalucía puede haber 400.000 fascistas de pura cepa. Puede que no, pero si puede haber un núcleo de habitantes muy dados a
análisis simples, desmemoriados y que no saben lo que de verdad fue el franquismo,
cortos de miras que sienten miedo ante el cambio social que implica la verdadera
libertad de la mujer.
Vox es fruto de la época, de la falta de análisis, de la
inercia y de la falta de esperanza y futuro de los partidos consolidados que ni saben, ni quieren mirar a exterior para entender que cuerno está pasando en esta
sociedad huérfana de política y muy harta de la vida pública de este de este país. Especialmente, y sobre todo, Vox se alimenta de las ineficiencias
del sistema que nadie ha querido corregir. Ese es el punto más complicado de
cambiar y que deja, siempre, abierta la puerta abierta al populismo.
¿Se ha hecho la política
de inmigración que se necesitaba? ¿Los hemos acogido dejando claro lo que es
fundamental -el cumplimiento de la ley, con todo lo que eso conlleva- y lo que es
anecdótico? ¿Se ha equilibrado bien el estado de las autonomías? ¿La democracia
ha sabido protegerse frente a los abusos de los corruptos? ¿Han sido ejemplares
las instituciones y las personas que las representan? Demasiadas asignaturas
suspensas como para que los populistas no puedan aprovechar el filón y llenar
el espacio generado por la desilusión con demagogia barata. ¿No es lo mismo que
pasó en Alemania y en Italia? ¿Es que toda la historia se ha olvidado y estamos
condenados a repetirla?
Mucho me temo que sí y que el siglo XXI quiere parecerse,
cada vez más, a su hermano mayor, el XX, ese que tan malos principios tuvo.
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