lunes, 3 de diciembre de 2018

Una patada a la puerta



Obviamente, las elecciones de ayer deben ser analizadas convenientemente por aquellos politólogos avezados que con tanta dignidad y buen hacer suelen marrar sus predicciones y acertar con los análisis realizados cuando las cosas ya han sucedido, pero a mi me gustaría comentar lo que podríamos denominar el gran titular que nos aporta el papel de VOX.
Las novedades pueden elegir la forma de entrar en nuestras vidas y VOX lo ha hecho pegando una patada a la puerta que ha roto goznes y marcos. Este “neo fascismo” europeo, populismo que picotea medidas de un lado y de otro, que no desaprovecha ninguna fuente de votos se ha consolidado en España en torno a varios titulares: inmigración, unidad nacional, corrupción y machismo, que ya está bien de que ellas vayan sueltas.
No es que Vox sea franquista, es que las ideologías se la soplan y es mejor decir lo que cada cual quiere oír para sumar desencantados a los cauces de esta derecha descreída y práctica. Me he tomado la molestia de consultar la realidad económica en dos municipios: Níjar, paraíso de los invernaderos donde los inmigrantes son bienvenidos al interior de esos hornos de plástico y molestan mucho cuando salen de sus claustros. La inmigración molesta, no hay duda, así que Vox se ha colocado con el 25,33% de voto. Curioso el otro caso del municipio de Benahavis, el municipio con el valor medio de inmuebles más alto de España (tp://www.finanzas.com/noticias/economia/20170828/economia-benahavis-malaga-moraleja-3678190.html) Mármol como industria, mucho dinero y 4549inmigrantes sobre un total de 7348 habitantes.
Si a esa presión añadimos el españolismo impulsado por los ataques de ciertos políticos independentistas catalanes, vamos sumando. Un amigo mío se pregunta si en Andalucía puede haber 400.000 fascistas de pura cepa. Puede que no, pero si puede haber un núcleo de habitantes muy dados a análisis simples, desmemoriados y que no saben lo que de verdad fue el franquismo, cortos de miras que sienten miedo ante el cambio social que implica la verdadera libertad de la mujer.
Vox es fruto de la época, de la falta de análisis, de la inercia y de la falta de esperanza y futuro de los partidos consolidados que ni saben, ni quieren mirar a exterior para entender que cuerno está pasando en esta sociedad huérfana de política y muy harta de la vida pública de este  de este país. Especialmente, y sobre todo, Vox se alimenta de las ineficiencias del sistema que nadie ha querido corregir. Ese es el punto más complicado de cambiar y que deja, siempre, abierta la puerta abierta al populismo.
 ¿Se ha hecho la política de inmigración que se necesitaba? ¿Los hemos acogido dejando claro lo que es fundamental -el cumplimiento de la ley, con todo lo que eso conlleva- y lo que es anecdótico? ¿Se ha equilibrado bien el estado de las autonomías? ¿La democracia ha sabido protegerse frente a los abusos de los corruptos? ¿Han sido ejemplares las instituciones y las personas que las representan? Demasiadas asignaturas suspensas como para que los populistas no puedan aprovechar el filón y llenar el espacio generado por la desilusión con demagogia barata. ¿No es lo mismo que pasó en Alemania y en Italia? ¿Es que toda la historia se ha olvidado y estamos condenados a repetirla?
Mucho me temo que sí y que el siglo XXI quiere parecerse, cada vez más, a su hermano mayor, el XX, ese que tan malos principios tuvo.

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