lunes, 21 de octubre de 2019

Estamos solos

Pues eso: en el momento de la verdad, cuando necesitamos lo mejor de nuestra especie, triunfa el tierraplanismo. ¿Y creemos todavía que la salvación es posible?
Hace unos días hablaba de que nos acercamos, todos, juntos y sin excepción, a un territorio desconocido dominado por engendros demoníacos que quieren, y pueden, acabar con nuestra especie o, en el mejor de los casos, devolvernos a épocas pasadas en las que nada nos protegía como individuos: ni leyes, ni Reyes ni naciones o prelados.
Leía ayer en El País (https://elpais.com/economia/2019/10/18/actualidad/1571397259_309335.html) un sesudo artículo sobre el capitalismo y sus devaneos con la actualidad; de la necesidad de realizar un ajuste rápido en el único sistema económico y social que se ha demostrado medianamente capaz de resistir la inoperancia humana, la misma que se ha cargado el resto de los intentos de cambiar las cosas. Como ellas, las muertas y defenestradas, el actual capitalismo se nos muestra como un monstruo capaz de devorarlo todo para alcanzar su propio fin y este artículo da vueltas planeando por algunas de las últimas ideas al respecto. Capitalismo verde, social, solidario, participativo...y vaya Vd. a saber qué más podemos inventarnos para domesticar a la bestia, pero lo cierto es que la bestia y los jinetes del apocalipsis, los reales, los que señorean hoy el planeta, campan por sus respetos y no tienen a nadie que les haga frente.
Los ciudadanos clamamos en un desierto de líderes políticos que, como mi querida Aznar, claman, a su vez, por mantener el negocio de sus amos, que son los verdaderos amos de todos. Justo cuando la humanidad se enfrenta a sus momentos más cruciales como especie -no como nación aislada o cultura o área geográfica – y el destino de todos está pendiente del capricho de un sistema tan complejo como el clima, al que hemos llevado al límite, cuando miramos a nuestros teóricos dirigentes nos encontramos con Bolsonaro, Trump, Yeltsin, Johnson, los polacos y húngaros, los corruptos chinos…y la realidad se impone: estamos solos y no hay nada ni nadie que pueda parar el desastre que se avecina.
La historia, la más conocida, siempre nos habla de líderes aparecidos en el momento de la verdad, justo cuando todo parecía perdido y que, con su presencia, inteligencia y trabajo, consiguen torcer el curso de los acontecimientos, pero está claro que el momento contradice tanto la propia historia como lo inexorable de su avance lineal: podemos retroceder y lo estamos haciendo a toda velocidad. Cuando nos lo jugamos todo como especie, reforzamos los nacionalismos localismos; cuando la ciencia se muestra como el único camino en el que algo es todavía posible, se impone la más acendrada estupidez colectiva,; cuando todo nos indica que podemos si vamos juntos y usamos lo que tenemos a nuestro alcance de manera adecuada, nuestros líderes, elegidos por una caterva de estúpidos, nos cortan el paso.

Sí: estamos solos. No le demos más vueltas y asumamos que los dragones tendrán comida, mucha comida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario