sábado, 12 de octubre de 2019

España y América: comentario por encargo

Aztcas preparando la barbacoa ejerciendo el máximo respeto a los pueblos hermanos de mesoamérica


Un soneto me manda hacer Violante…y como Lope, aunque sin su genio, me veo ante el teclado para hilar un par de sesudos comentarios sobre la relación de España con América; ardua tarea que puede consumir vidas enteras y que mis amigos no quieren analizar con el detalle que suponen más de cuatro o cinco párrafos de buen tamaño. Como punto de partida, nací en Argentina y trabajo y vocación me han permitido patear bastantes países de norte a Sur, eludiendo tan solo Venezuela, Colombia y Perú. El resto, desde Vancouver a la Patagonia, han sido visitados por servidora y sus ávidos deseos de aprender.
Lo primero que parece evidente es que España dominó sin la cruel metodología y racismo empleados por los anglosajones y holandeses varios siglos después en sus colonias. Entregados al fornicio legalizado, los españolitos de Cortés llegaron a Tenochtitlán cargados de bastardos reconocidos que acabaron conformando una élite criolla que terminó por expulsar, años después, a los representantes de la corona española. Primer dato. Los anglosajones follaban igual, pero mataban a las embarazadas para evitar a esa oblación mestiza, siempre muy peligrosa.
Segundo: Cortés se dio cuenta de que debía entenderse con el soberano de un gran estado y se presentó a Moctezuma ofreciendo vasallaje y alianza con el reino de España: impensable tanto en ese momento en Europa como siglos más tarde. Holandeses, ingleses y portugueses, junto con franceses, belgas y alemanes arrasaron con todo lo que encontraron sin pensar en jerarquías o alianzas. Pensemos en los intereses ingleses en la guerra del opio y en los holandeses en la Molucas o los belgas en el Congo y veremos que lo español en la conquista ni fue tan bestia ni tan extraño. Acercarse a la historia con un punto de vista cerrado a lo actual es un error de enormes proporciones.
Tercero: que nadie se equivoque con el poder militar de los españoles. Conquistaron porque se aliaron con la multitud de pueblos sometidos, sojuzgados, expoliados y masacrados por Incas y Aztecas. En el momento que se quedaron un poco, solo un poco solos, pintaron bastos como demuestra la Noche Negra del 7 de julio de 1520 cuando tuvieron que salir de najas de Tenochtitlán y darse de bofetadas cerca de Otumba, en un villorrio que la Wikipedia me recuerda como Temalcatitlán. El que quiera enterarse de cómo los españoles prefirieron ahogarse en los canales antes de desprenderse del oro, que se lea el libro de Bernal Díaz del Castillo llamado La Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, genial crónica de la historia a golpe de calcetín escrita por un soldadito de la tropa de Cortés.
Cuarto: si es cierto que los españoles actuaron de forma vesánica y ejercieron una tiranía que en la época podría considerarse como normal en todo el orbe, Aztecas incluidos. Si alguien tiene la mínima duda sobre la verdadera naturaleza angelical de los aztecas, que se de una vuelta por el museo de antropología del DF y podrá apreciar la sutileza de los cuchillos de obsidiana y las tazas sacramentales con las que se recogían los corazones palpitantes de los afortunados sujetos que pasaban a entenderse con la multitud de dioses aztecas o los que poblaban las páginas del Popol Vhu, biblia maya que también he tenido el placer de meterme entre pecho y espalda.
No, no hay caso y los verdaderos asesinos genocidas fueron los virus, gérmenes y bacterias que arrasaron poblaciones enteras sin dejar bicho vivo. Hay un libro -perdón por no tener la referencia aquí – que habla de la realidad de las poblaciones americanas antes y después de la llegada de los europeos cuyas cifras son espectaculares. Nos habla de millones, cientos, de seres desaparecidos a causa de la viruela -a la cabeza – gripe, sarampión y demás bondades.
En el libro El dios de la lluvia llora sobre México, de László Passuth, se nos cuenta mucho de la aventura de Cortés -libro maravillosos – y también podemos encontrar, en muchos documentos, las macabras historias de Becerrillo, alano español receptor de soldada de primera y ejecutor de muchos indígenas enemigos (Curioso que el chucho sabía distinguir amigos de enemigos aunque vistieran igual) pero junto a estos actos, Frai Bartolomé de las Casas levantó la voz favoreciendo la causa de los indígenas (a los negros africanos que les fueran dando, que de esos no se ocupaba ni Dios) algo impensable en otras culturas.
España conquistó -según mi humorística tesis – porque le tocaba: nos habían zurrado los cartagineses, fenicios, griegos, romanos, godos, celtas, alanos y árabes, así que nuestro turno había llegado y los aprovechamos porque éramos más pobres, teníamos más hambre y estábamos hasta las narices de pegarnos con los cerdos para comer bellotas. Simple, humano y por cierto: actual. Si ahora se descubriera una nueva tierra, los pobres de la tierra harían, otra vez, los mismo que hicimos nosotros, lo mismo que hicieron los mongoles arrasando China y la India o lo mismo que hicieron los árabes comerciando con esclavos y abriendo África para que los europeos acabaran el trabajo.
Y termino con dos notas: leeros el discurso de Vargas Llosa al recibir el Nobel y pensar en cómo, dos siglos después de nuestra salida de América, viven los indígenas de hoy bajo el yugo de los blanquitos que echaron a los españoles por malos. Y ya no estamos por esos lares, que conste: han tenido tiempo, 200 años, para arreglar lo que fuera menester arreglar.



No hay comentarios:

Publicar un comentario