domingo, 24 de julio de 2016

ESTUPIDEZ AUMENTADA


Desde hace unos días estamos asistiendo a la consagración del que, en el futuro, se conocerá como el "verano Pokémon Go" nombre que tomará de este juego cuya principal característica se basa en la capacidad de convertir a un ser humano, más o menos normal, en un idiota ambulante en constante búsqueda de su destino virtual. Antes de Pokémon Go, los idiotas se conformaban con un dulce sedentarismo pacífico y autista viviendo, confortables y plácidos, el universo ficticio al que accedían a través de pantallas de PC, teléfono móviles y tabletas en las que confeccionaban mundos a medida de sus ausentes vidas reales y desconocidas habilidades sociales.

Pokemon Go ha roto los barrotes, ha derribado los muros y lo virtual se mezcla, se inserta, se incluye en lo real en una cohabitación pornográfica y obscena que lo pone todo perdido de retoños deformes poseedores de nombres muy raros, la verdad.

Nos dicen que hemos entrado, de hoz y coz, en la era de la realidad aumentada y nos engañan. Una vez más asistimos, impotentes, a la perversión del idioma, a la deformación del significado de las palabras y al travestismo de los conceptos. Este engendro no conforma una realidad aumentada, no: lo que hace es degradar y contaminar una realidad que, para nada, necesita relacionarse ni incluir esos engendros del demonio creados gracias a una tecnología que reniega de sus originales objetivos y funciones.

¿Qué nos pasa? ¿Cómo es posible que necesitemos de esas estupideces para vivir, plenamente, el mundo real; el riquísimo mundo de verdad, ese en el que se desarrolla la vida? ¿Cuántas veces los neoyorquinos, deslumbrados por esta nueva capacidad de la tecnología, habían paseado y disfrutado de esa naturaleza urbana de Central Park antes de lanzarse, como borregos enloquecidos, en persecución del bichejo de marras? ¿Vamos a necesitar que nos pongan un muñequito en el horizonte para saber que hay algo que se llama amanecer?

Hasta ahora, parecía que los grandes descubrimientos y avances tecnológicos basados en las tecnologías más punteras propiciaban el desarrollo y crecimiento de poblaciones más formadas, más cultas, más preparadas y mucho más inteligentes e informadas que las generaciones precedentes, pero me temo que ese avance lineal, perfecto y exponencial, se empieza a revelar falso.

Las generaciones que, hoy, viven y se integran con y en las más poderosas tecnologías creadas por el hombre: las que, hoy, pueden acceder a un acerbo cultural inmenso e impensable hace sólo cinco décadas; las mismas que, hoy, tienen a su alcance un mundo cada vez más pequeño y accesible; esos, cuya realidad es maravillosa en muchos aspectos -y muy horrible en otros muchos, como siempre - necesitan pintarle muñecos a la parte más casposa, idiota, estúpida e intrascendente de una realidad que desconocen y que se haya más allá de su capacidad de percepción. La realidad, la de verdad, se les hace lejana e imposible de alcanzar, pues no saben que se encuentra justo por encima de la pantalla de su móvil y basta levantar la vista para darse de boca con ella. Para ellos, un esfuerzo imposible.

Esta nota me la sugiere un buen artículo, como casi siempre, de Antonio Muñoz Molina del sábado 23  de Julio de 2016 ( http://cultura.elpais.com/cultura/2016/07/19/babelia/1468942384_920362.html )

No hay comentarios:

Publicar un comentario