jueves, 8 de marzo de 2018

8 de Marzo: las horas y las eras



Apoyo la huelga de hoy, 8 de Marzo, sin dudas ni fisuras. Apoyo la evolución de la sociedad hacia una comprensión global de la situación de la mujer que le permita la completa expresión de su potencial sin discriminación alguna. Deseo que la sociedad, toda, entienda que dependemos, como especie, de lo que solo ellas pueden hacer y que esa particularidad, lejos de ser un castigo como lo es hoy, cuente con todo el apoyo de los estados y las instituciones para que la maternidad sea protegida, apoyada y sustentada con todos los recursos posibles. Tengo muy claro que el futuro debe construirse sobre nuevas bases y sobre nuevas estructuras sociales que coloquen a la mujer en una nueva situación que vaya mucho más allá de la igualdad hasta alcanzar la preeminencia.
Dicho esto, quiero lanzarme al cuello de las autoras de un manifiesto de convocatoria absolutamente fallido, excluyente, falso y, lo que es peor, timorato en cuanto a los objetivos globales olvidando, pro completo, la situación de la mujer bajo la tiranía religiosa del islam y otras culturas. La situación de la mujer, hoy, no es producto de una concepción económica -el manifiesto carga contra el neoliberalismo- olvidando muchos otros factores y concepciones igual de dañinos para la mujer. Ni la religión, todas, ni los distintos regímenes políticos o modelos económicos han hecho nada para solucionar la situación de olvido y dominación de la mujer. Colocar este necesario movimiento bajo la etiqueta de una tendencia política es, a mi modo de ver, absurdo y muy perjudicial.
Vivimos la hora del despertar y como en todos los inicios, se plantean excesos y utopías -seamos realistas, pidamos lo imposible – que hacen avanzar los movimientos sociales hasta ir centrando el tiro: no hay que preocuparse por esas soflamas maximalistas, seguro. Lo importante no es mirar la turbulencia de esas horas iniciales sino el cómo se sientan las bases de una nueva era en la que se definan muy bien los nuevos usos y costumbres de una convivencia nueva, justa, igualitaria en el respeto de las diferencias y en el apoyo necesario para que la especie pueda seguir contaminando la piel de la tierra. La maternidad, protegida como opción voluntaria y no impuesta por el determinismo anatómico como obligación, es algo que nos compete a todos como especie y hoy, lamentablemente, está castigada sin ambages.
Hoy, todos debemos apoyar la consolidación de este inicio y apostar por nuevas formas de caminar juntos hacia un futuro más justo, más integrado; un futuro en el que la mujer pueda olvidarse de las injusticias históricas cometidas contra ellas y vivir sus vidas sin temor a ser los que cada una de ellas quiera y pueda ser sin tener que afrontar barreras sociales antiguas, nocivas e insolidarias.
El futuro es mujer y eso es lo mejor que puede decirse tras analizar un pasado en el que el varón ha demostrado que no se nos puede dejar solos.
¡Ánimo chicas, a por ello!

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