Una cosa es bailar y otra cantar...
Anda el panorama informativo muy revuelto por las
declaraciones de la tal Corinna, verdadero torpedo a la línea de flotación
de…toda la flota. Aquellos, muy pocos, que me siguen, saben que no soy propenso
a las “conspiranoias”, pero esto tiene todos los ingredientes para que se deje
volar la imaginación siguiendo los muchos hilos que la madeja nos muestra.
En primer lugar el entorno, los participantes y el momento
elegido son realmente extraños. Tres personajes que, tanto en conjunto como por
separado, pueden calificarse de deleznables, repugnantes y nocivos; mezcolanza
de perfiles distintos cuya conjunción se me presenta como algo imposible si no
estuviera predestinado a alcanzar un fin, por lejano que se haya planificado
este fin. La primera conclusión lógica
es la amenaza, no velada sino meridianamente clara, que nos lanza Villarejo:
hay mierda para todos y yo no me como el marrón solito y en silencio. Eso está
claro, pero de las muchas miserias que conoce y maneja este singular pocero al
servicio de oscuras causas se elige, precisamente, la del emérito. Por
lo que sabemos de sus trabajos, idas y venidas, Villarejo tiene información
oscura de muchos más personajes de la vida empresarial y política de este país,
pero la diana se coloca en la primera cabeza, en la más incómoda y en la que
puede abrir una vía de agua, muy complicada de solventar, en la primera
institución del estado.
La pregunta es clara: ¿A quién beneficia este escándalo? ¿A
los republicanos? ¿A los que aspiran a convertirse en presidentes de la Tercera
República sin dar la cara y tejiendo sombríos hilos desde la retaguardia a la
espera de su momento y su entrada en la historia como salvadores del Estado? ¿A
una facción del PP, ajena a la gestión del CSI, apoyada por Aznar que lucha
contra Soraya, la misma que lo gestionó desde la Vicepresidencia durante años?
La definitiva caída del emérito salpica, y mucho, al vigente
monarca, pero es que parece ser que también hay preparada munición específica
para este otro trofeo: las conversaciones entre la reina y su “compi yogui”, el
yerno de Villar Mir que, desde su elevada capilla de la torre de Castellana,
colaboraba en los tráficos de comisiones ilegales que le daban obras y
sustanciosos ingresos.
Como vemos, dos de estos hilos me llevan a Aznar: su apoyo a
Casado en las elecciones del PP y la presencia de su “compañero de pupitre” en
la famosa reunión, pero eso no quiere decir que la línea sea cierta, ni mucho
menos. Hay otras derivaciones cuyo origen y destino no se muestran claramente,
pero cuyas consecuencias nos alcanzan con resultados nefastos.
El centro de todo vuelve a ser, como casi siempre, la
corrupción, verdadero cáncer espiritual de esta España sometida a la
inmoralidad pública y privada; a la falta de ética de aquellos que laborando
contra muchos, consiguen que este país permanezca alejado de todo cuanto se le
supone como obvio a la vida cotidiana de instituciones y ciudadanos. España
convive, desde siempre, con la corrupción y esta situación debe cambiar y debe
hacerlo de manera inmediata. Debemos adoptar, desde ahora mismo, las exigencias
que son comunes en otros países y que no han permeado en nuestro tejido social.
Es lamentable, pero ni los votantes castigan las desviaciones de estos códigos
no asumidos, ni los políticos parecen tener la intención de llevarlos a la
práctica.
Este es un país con futuro, con buenas gentes que trabajan y
se esfuerzan en su honradez y en sus principios pero sin ayuda y luchando
contra un cúmulo de instituciones putrefactas que se enquistan en el tejido
social para parasitarlo y destruirlo.
O España se pone en marcha contra la corrupción, o nos
veremos sometidos a la extorsión, el chantaje y la parálisis: no hay opción y
para luego es tarde. Vamos muy mal y parece que el futuro se presenta oscuro,
lamentablemente.
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