viernes, 1 de febrero de 2019

Gracias por servir, amigo.


En la foto y con el 4,Pepu con ficha de jugador en el Infantil A
El que esto escribe, con el 13 en las dos fotos

Ahora, justo ahora que lo peor y más miserable de la condición humana se nos muestra en todo su esplendor; ahora, que los mediocres, emboscados y falaces alzan sus voces reivindicando aquello que ellos no son capaces de hacer, crear o pensar, me apetece -y mucho – reivindicar la figura y la naturaleza personal de mi amigo Pepu. Debía ser, más o menos, el mes de Octubre de …1964 o 65 cuando coincidimos en la clase de D.Vicente para luchar contra la aridez de la Enciclopedia Álvarez en la “prepa” del Ramiro. Desde entonces, nuestras vidas se han ido tejiendo y encontrando hasta consolidar muchas y variadas vivencias y mostrar bastantes evoluciones personales.
De su naturaleza reflexiva y un tanto inquisitiva y mordaz, da testimonio su primer “mote” políticamente correcto: Mentes (antes de éste, tuvo otro de gran incorreción política que hoy no se puede ni mencionar). Era, dentro de un grupo de descerebrados adoradores del baloncesto y charlatanes impenitentes en el banco de Jorge Manrique, el que siempre intentaba llevar el lenguaje a un punto de controversia y polémica que, todavía hoy, mantiene su constante presencia en las comidas de los lunes, entorno en el que se regodea polemizando con cualquier aspecto que todos, erróneamente casi siempre, damos por sentado.
Siempre atento a la posibilidad de buscar fisuras en las argumentaciones, nos hace intentar ser más precisos, más justos y más coherentes en nuestras exposiciones, algo que, me parece, ha terminado por jugarle una mala pasada, hacerle reo de su propia coherencia y obligarle a afrontar la necesidad de sentirse conforme consigo mismo, con sus creencias y afrontar, en una muestra de absoluta coherencia, las implicaciones de sus propias convicciones. No conozco a nadie cuyo nivel de vida pueda sufrir mayor deterioro al acercarse a la política que él, ni de lejos. Pero tanto él como su familia -me descubro – han aceptado este reto sabiendo que nada les será dado y que les van a negar el fuego, el agua, el pan y la sal en leguas a la redonda de muchas plazas.
Creo, y lo digo asumiendo mi propio riesgo, que se ha sentido obligado -nobleza obliga – al ser llamado: su percepción de la solidaridad le habrá hecho ver que sí, que podía devolverle a la sociedad una parte de lo que él -de forma muy justa – ha obtenido; que podía aportar algo desde la tranquilidad, el respeto, la educada discusión y el necesario contraste de pareceres. Personalmente, pienso que es mucho juego limpio para el barrizal de, primero, la FSM, albañal de mediocridad y conformismo cuya llegada y prestigio han caído como una pedrada en el avispero. En segundo lugar, supone una conmoción en el aventurado mapa político del Ayuntamiento de Madrid, en el que su presencia puede cambiar el futuro y la realidad de muchos y eso hace pupa, mucha pupa. La inseguridad de la derecha se hace notar y los perros ladran el miedo de sus amos en ediciones y recuerdos escabrosos de más que dudosa procedencia y nula altura moral.
Hoy, cuando es posible que sus hijas se encuentren ante descalificaciones, bulos, mentiras y ataques, me gustaría mandarles, a ellas especialmente y a su compañera de tantos años, un abrazo y una recomendación: pasará y nada de lo que digan podrá cambiar la realidad y la naturaleza de vuestro padre. Los que más le ataquen, acabarán por demostrar su bajeza antes que cualquier falta en la vida de mi amigo. Volverán los días claros, así que ni caso a la tormenta, que pasará.
Por último, me gustaría explicar el título de esta nota. En los USA es muy normal que, cuando alguien conoce el trabajo realizado por su interlocutor en favor de la comunidad , interrumpa la exposición diciendo: “Gracias por servir”. Me parece que es algo que deberíamos importar y que nos permitiría sentirnos mejor entre todos; que reconocer el valor de los demás y su aportación a nuestras vidas nos haría mejores y a ellos les reforzaría en su entrega. Sé y me consta que mi amigo se acerca a la política para hacer grande ese verbo, servir, que tan ajeno resulta al orgullo de Juan Español, que no se inclina ante nadie. Pepu, seguro, se levantó el otro día pensando que, de repente, tenía casi tres millones de vecinos a los que escuchar con mucha atención y tratar de convencer de que podemos hacer grandes cosas juntos; de que Madrid podría convertirse en un sitio en el que convivir mejor, educarse mejor, pensar mejor y debatir, con tranquilidad, el verdadero significado de esas palabras que, día a día, nos quieren robar y devaluar.
Lo tiene muy crudo, pero de verdad, estar seguros de que, si le dejan, será capaz de consolidar un mensaje y una concepción de la convivencia que nos iría muy bien a todos y que podría convertir a Madrid en esa ciudad amable, solidaria, educada y respetuosa que tanto añoramos y que tanto necesitamos.
Mientras tanto y sin saber lo que el futuro nos depara, gracias por servir, amigo. Un abrazo enorme y toda la suerte del mundo. A los miserables, ni un segundo de atención, por favor, que no se la merecen.

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