domingo, 6 de agosto de 2017

Atletismo



El pasado viernes empezaron los campeonatos del mundo de atletismo en Londres y si alguien que lea esto no los sigue, le recomiendo que lo haga, sin dudar. Son horas de espectáculo, de deporte, de gloria y de tragedia, pero sobre todo, son el escaparate donde podemos ver cómo el ser humano busca sus límites, sus imposibles límites cada vez más lejanos y desconocidos.

Este país, que solo atiende a lo que el futbol determina, debería mirar hacia el atletismo y hacia estos atletas que nos enseñan otra forma de entender el deporte. Digo “atletas” en la forma más neutra y adecuada en el español (desde la reunión de las distintas academias de la lengua, he abandonado la denominación de castellano por la de español, acepción universal de nuestra lengua que nada tiene que ver con un centralismo opresor o sueños imperiales), pero lo que están haciendo las mujeres en este y otros deportes, merece comentario aparte: espectacular, increíble, determinante, brillante, inconmensurable, hiperbólico, genial.

Todos nos hacen pensar y disfrutar de sus esfuerzos; y los esfuerzos se pueden medir, pues este deporte depende del cronómetro y del metro, no hay valoración subjetiva posible, no hay puntuaciones sobre maquillaje o vestuario; nada de composiciones estéticas y raras elucubraciones. ¿Un ejemplo? Si no recuerdo mal, Mo Farah, campeón de los 10.000 metros, hizo los últimos 400 metros de su carrera ¡¡¡en 51 segundos!!!! Antes había corrido, y corrido mucho, durante 9.600 metros, pero eso ya no contaba, había que enseñar la verdad de su propio límite y que esa verdad era ajena para el resto.

Citius, altius, fortior: Más rápido, más alto y mas fuerte, así de simple, así de lineal y eterno. 

Hoy, a las 19 30, el estadio volverá a estar lleno y yo habré ocupado mi plaza de sofá para admirar la disciplina, el esfuerzo, la capacidad y el tesón de aquellos que nos dicen, en cada aparición, que no debemos conformarnos, que lo mejor es posible y que el esfuerzo es posible; posible aunque no haya otra recompensa que saber que se ha intentado.


A ver si la política se olvida del futbol y mete dinero de verdad para que los nuestros puedan ejercer su esfuerzo sin preocuparse de algo tan vulgar como poder vivir de ello y de lo que lo nos enseñan.

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