sábado, 6 de mayo de 2017

Conjugar el "pasado perpetuo"



Hay que tratarlos bien, no cortarles el rabo

Decía Alvin Toffler que “el cambio es la forma en la que el futuro penetra en nuestras vidas” y si nos fijamos bien, es una sentencia asumible en la mayoría de los casos siempre que no atendamos a determinadas realidades españolas. España se configura como una relaidad renuente a los cambios; una ciénaga inerte en la que domina aquello del “que inventen ellos” y en la que determinadas conductas buscan la eternidad de un nuevo tiempo verbal: “el pasado perpetuo”.

El pasado perpetuo es adaptativo, plástico, se renueva y se adapta para que sigamos conviviendo con modos sociales que deberían estar desterrados de nuestras vidas desde hace décadas. En pasado perpetuo vive el Valle de los Caídos, la renovación del franquismo o en evolución hacia esa asquerosa “posverdad” que oculta la mentira y que consigue presentarnos al dictador como “un amable anciano” cuidadoso de las formas y muy atento a las modernas tendencias sociales; en pasado perpetuo vive ese mundo vesánico, maquillado hasta el extremo y “viejuno” de la caza con sus falsas convenciones sobre la ecología y la realidad de una naturaleza que la mayoría de sus practicantes desconocen por completo; la realidad de las azafatas neumáticas - muy de actualidad este fin de semana - y en pasado perpetuo viven las siempre constantes divisiones de la izquierda y de los izquierdistas en este país, territorio en el que la izquierda solo se une cuando la reúnen en la cárcel.

De cada uno de estos puntos se pueden escribir tratados completos, pero me voy a restringir a un breve (tranquilo, Jose Luis) comentario sobre tres de ellos: los rabos de los perros y la caza, la guerra civil que vive el PSOE y las chicas neumáticas en las carreras de motos. 

Del primero de ellos cabe preguntarse que interés desmedido tiene el PP en que se mantenga la legalidad de amputar los rabos a los perros de caza en contra de la normativa europea, el sentido común y la más mínima modernidad en la concepción de las relaciones entre hombres y animales.  Es verdad que siempre, pasado perpetuo, el mundo rural ha tratado  a los animales con una crueldad acerada e insensible y que se han mantenido, como si fueran verdades inamovibles, errores de bulto que ahora no se pueden sostener si se quiere respetar la verdad. Lo de cortar los rabos a los perros de caza no viene determinado por mejorar su rendimiento en la caza o preservar su integridad en el ejercicio de su función, no. Los rabos se cortaban porque los animales, encerrados en cuchitriles o atados perpetuamente a una cadena de longitud imposible, acababan, efectivamente, por tener laceraciones en el rabo producidas por el roce contra paredes y alambradas, heridas constantes que se reducían si se amputaba el rabo. Así de simple: el maltrato era el responsable de esas amputaciones, no el cuidado del animal para evitarle heridas mientras cazaban. La cosa es simple y como siempre, el pasado perpetuo se manifiesta equivocado pero resistente. Lo malo es que, en este como en muchos otros casos, lo hace fastidiando y maltratando a los animales que tienen la desgracia de acabar cerca de alguno de esos salvajes temerosos del famoso “efecto látigo” que tanto miedito les  da a los del PP.

Del segundo, las luchas cainitas del PSOE, solo puedo decir que parece que los actuales púgiles hacen honor a la historia del partido y han decidido sacar las navajas para eviscerarse convenientemente sabiendo que “solo puede quedar uno”. No hablan de proyectos o modelos políticos, de la adaptación a los nuevos sistemas de producción en un mundo globalizado e interrelacionado; no sabemos nada de su concepción política sobre España en una Europa que se tambalea y en un mundo cada vez más dinámico y ms desorientado en cuanto a que hacer con los que van quedándose descolgados del pelotón de activos, no: de todo eso ni palabra, que lo único importante es engordarse el ego y ganar, ganar por encima de todos y reinar en el ”trono de hierro” alimentándose de la sangre de los caídos. Eso si que es lealtad al “pasado perpetuo”, eso es coherencia y ganas de seguir el noble hilo de la historia del partido, siempre desgarrado, convulso y envuelto en peleas internas desde su fundación así que, la verdad, no sé de que se extraña el personal. 

En cuanto a las chicas anuncio, debo ponerme serio y lo hago por muchos y buenos motivos. Primero, me gustan las motos y he tenido la suerte de pasear por un circuito admirando la excelencia de todo el montaje que supone un gran premio. Es impresionante la profesionalidad, exactitud, rigurosidad y excelencia de todo lo que allí se manifiuesta: equipos, boxes en los que no se ve ni el más mínimo indicio de desorden; uniformidad impecable, desplazamientos milimetrados y modernidad a raudales hasta que…nos escupen a la cara la imagen antigua, casposa y decolorada, de unas chicas vestidas de porno azafatas perpetuando los cánones de los antiguos calendarios de taller mecánico y cabina de camión Pegaso de los años 60. A ellas se acercan, con los ojos redondos y labios babosos los salidos que quieren hacerse una foto con el “pivón” medio encuerado de la marca de turno. No, eso es mantenerse en el “pasado perpetuo” de una utilización banal del cuerpo de la mujer como escaparate publicitario y no en el ejercicio normal de una función necesaria y desarrollada con toda profesionalidad. Para hacer una promoción no hace falta enseñar hasta las amígdalas encumbrada en unos tacones imposibles al final de unas piernas eternas. Si la función es necesaria, que lo es, se desempeña con profesionalidad y utilizando los estupendos equipamientos que lucen mecánicos y otros profesionales que trabajan en los equipos que patrocinan esas marcas. A eso, nada que objetar y aplaudo el comentario de Dani Pedrosa: si me dan a elegir entre la chica del paraguas y otro mecánico en la parrila, me quedo con el mecánico. 
Así de simple: si la función es necesaria, se hace sobre las bases de dignidad y respeto  hacia esas azafatas que están trabajando y cobrando un dinero por ayudar a las marcas, no por convertirse en imágenes sexuales en los sueños de los salidos que les agarran la cintura. Pasado Perpetuo, una vez más.



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