sábado, 15 de febrero de 2020

Satisfacción y Libertad


Como certificación del miedo: 
el sistema de Blogger de Google no deja subir una imagen del cacharrito

Como las grandes revoluciones, la cosa nos llegó en forma de un suave y lejano rumor, un cuchicheo apenas audible hasta que se ha convertido en un clamor, casi un grito de liberación que, por encima del humor, deja ver muchas cosas y avanza grandes cambios en los usos y costumbres.
La sexualidad femenina ha sido, hasta hace muy poco, un territorio regido por oscuros arcanos que han dejado ver sus secretos desde hace muy poco tiempo y de forma muy tímida, poco a poco y manteniendo un cierto pudor ajeno a los grandes titulares.
Primera en el desfile de las revolucionarias fue la píldora anticonceptiva, que eliminaba una importante barrera: la posibilidad de embarazo. Libre de esa amenaza, la mujer empieza a volar sola, se abre a una sexualidad más naturalizada y espontánea ajena a la eterna amenaza del embarazo.
La segunda gran abanderada de la revolución ha sido la información; la comunicación masiva acerca de una sexualidad distinta a la masculina que según se iba conociendo, mantenía diferencias sustanciales que el hombre empezaba a conocer, manejar y, porqué no reconocerlo, a temer un poco: ya no bastaba con penetrar, había que “cumplir” y la cosa se llenaba de estadísticas, tiempos, acciones, gestos, liturgias y cosas muy complicadas que las generaciones precedentes ni conocían ni manejaban.
La tercera bandera enarbolada ha sido la absoluta libertad de las mujeres para actuar según sus deseos y su gusto: había llegado la independencia, la toma de la iniciativa y la igualdad a la hora de proponer, buscar o elegir.
Y este año, prácticamente ha sido cosa de un año, ha llegado el automatismo de la satisfacción sexual. Mucho más masculino que femenino, el automatismo sexual -erección, manipulación y orgasmo – ha llegado al mundo de la mujer y el asombro sacude a los dos sexos. Al femenino por la sencillez con la que un apartito les sube hasta el cielo y al masculino porque, si no estás muy tranquilo y con criterios muy estables, lo puedes llegar a asociar con la amenaza de la inutilidad más absoluta.
Una mujer libre, independiente, que alcanza la satisfacción sexual con naturalidad, regularidad y rapidez va a dar miedo a muchos, seguro. Ya da miedo con su independencia, libertad y -podemos decirlo claramente – su demostrada superioridad en todo lo que no es fuerza bruta, pero es que, ahora, con el famoso “satisfayer”, la mujer se coloca en un plano de igualdad con la sexualidad masculina que habrá que ver cómo evoluciona y cómo cambia usos y costumbres.
Ya se decía de antiguo que lo de la jodienda no tiene enmienda, pero es que la tecnología ha abierto puertas que descubren mundos nuevos, inexplorados y muy satisfactorios. Por lo menos, podemos decir que, en esto, solo en esto, les llevamos milenios de ventaja en cuanto a la experiencia. Bienvenidas, chicas: el mundo de lo sencillo, fácil, rápido y seguro os dará agradables sorpresas.

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