En México, país enorme y diverso aglutinado en torno a la
adoración de dinero y el poder hasta extremos desconocidos en la vieja Europa,
hablan del “periodicazo” como un fenómeno habitual, conocido y al que todos,
los promotores y los sufridos receptores, atienden como algo posible, cotidiano
y normal. Mediante dicho periodicazo, el dueño de un medio de comunicación
lanza una furibunda campaña contra el político de turno que ha decidido entorpecer
alguno de los negocios del que maneja la prensa local. Mal asunto este y la
cosa suele acabar con el político humillado, pidiendo clemencia y contratando
alguna campaña de publicidad institucional que pagan los contribuyentes.
Esta posibilidad estaba, hasta ahora, reservada a los dueños
de los periódicos que se editaban en papel, pero la irrupción de los medios de
comunicación en internet, abaratando costes y eliminando papelería y
distribución ha permitido, a algunos avezados cuasi-delincuentes españoles, importar tan rentable práctica de extorsión mafiosa y lanzarse a hacer caja con
una voracidad y eficacia digna de mejor causa.
Basan toda su apuesta en la desmesura, en rentabilizar los
límites de la legalidad colocando sus contenidos un poco más allá de la raya
confiando en la sacrosanta libertad de información y prensa, de la que siempre se
benefician de manera bastarda. Ya sabemos que la historia demuestra que son precisamente
los que abusan y destruyen los sistemas de garantías democráticas los que más
alto claman por su respeto para corromper el espíritu de tan noble empeño.
Son los fascistas de siempre, los que quieren imponer su
criterio y su modelo sobre la mayoría mediante el uso de la presión social,
mediática y la mentira, enormes y dañinas cantidades de mentiras que calumnian
sin pruebas y tratan de desgastar el poder de las instituciones. En España ya
tenemos un buen muestrario de estos miserables, gentuza inmunda que viven de
los nobles empeños ajenos mientras ellos subsisten gracias a las heces que
acumulan las cloacas de una sociedad trufada de corrupción. Son los altavoces
de los Villarejos y compañía, los que bordean la deontología para intentar favorecer
a su partido mientras los demás cumplen las reglas y, además, estafan al
mercado falseando los datos de audiencia y comprando, en casa ajena y a bajo precio, el
producto que luego intentan vender como propio con el beneficio del mejor usurero. No solo conocen las malas artes
del mundo analógico, también han sido los que mejor han aprendido a falsear las
estadísticas sobre las que se basa la compra de los medios publicitarios
para recibir más inversión de la que merecen.
Algunos ya han sido abochornados, otros se han pasado tanto
que han caído en el descrédito, pero su agonía será larga y seguirá
contaminando nuestro espacio de libertad y convivencia. Estos días le ha tocado
a un amigo y a su familia sufrir las actuaciones de uno de estos mafiosos inmorales.
Sus mentiras han sido tan obvias, tan desmesuradas y absurdas, que se ha
quedado solo en su inmoralidad, sin que ningún otro medio haya seguido la senda
de la calumnia.
Para mi amigo y su familia, el apoyo, el abrazo más cariñoso
del mundo y para los fascistas del periodicazo, mi desprecio; un desprecio tan
profundo que no encontraréis sus nombres para evitar que nadie, ni por casualidad,
incremente las cifras de sus falsas estadísticas.
Ladran, luego cabalgamos. Y mañana , a votar a Pepu todos
los que viváis en Madrid.
Siempre por favor y si sois tan amables. Gracias
Siempre por favor y si sois tan amables. Gracias
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