Breno deja claro quién manda en la victoria
Era el año 390 A.C. (364 A.U.C.) cuando el galo
Breno (1) nos dejó claro que, una vez confirmada la derrota, el destino del
vencido depende del vencedor, sin matices. Hoy, siglos más tarde, la afirmación
(¡Ay del vencido!) conserva su vigencia y nos advierte de que, en la derrota, no
hay límite para la ambición del vencedor, de manera que es mejor conservar las
plazas y resistir que capitular esperando que el vencedor sea magnánimo.
Digo esto porque empiezo a pensar
que, tristemente, Pedro Sánchez piensa que se puede depender de la inexistente
misericordia de los independentistas o anda empeñado en demostrarnos, "urbi et orbe", que, en contra de lo que todos suponemos, es posible engañar a todos todas las
veces. Jugar, como está jugando, con el significado de las palabras en función
de que las coloquemos en ámbitos distintos, no sólo es peligroso: es humillante
y deja claro que afronta la negociación dejando claro que el engaño es una
opción válida, factible y manejable.
Pedro Sánchez ha llevado las
negociaciones con el gobierno (¿?) de la Generalitat de una forma que yo no
rechazaba; bajo una dinámica suave, eludiendo el enfrentamiento absoluto y
dejando claro que había una dinámica sensata que permitía hablar de todo sin condicionar
ni aceptar nada, ni principios ni finales. No quería ni humillar ni chocar y yo
estaba de acuerdo, pero, desde ayer, algo ha cambiado y creo que se ha
producido el desastre. Pedro Sánchez había ganado el gobierno y la victoria hay
que saber aprovecharla, tal y como le aconsejaba Maharbal a Aníbal (Tras la batalla de
Cannas, cuando Roma estaba indefensa, Aníbal no quiso marchar contra ella y su
lugarteniente le dijo: Sabes vencer, Aníbal, pero no sabes aprovechar las
victorias”).
Desde ayer, la estrategia de
Sánchez y su actuación en Cataluña empuja las henchidas velas de la derecha con
un viento portante que no esperaban ni podían soñar: un regalo de los cielos
con el que esperan arribar a los soñados puertos de la mayoría absoluta. Si
Pujol tenía un busto de Aznar en el despacho en señal de agradecimiento, los de
Vox levantarán, por suscripción popular, una estatua en bronce de Pedro Sánchez frente a la
entrada de su sede central. ¿Tan grave es la cosa? Personalmente, creo que sí y
no tengo problema en explicar mis razones, aunque advierto que, como todas las
cosas serias e importantes, requiere tiempo, reflexión y un texto largo.
En primer lugar, la elección del
término es nefasta: relator. Efectivamente, si nos vamos al diccionario, su
significado es inocente, pero si acudimos a la costumbre y a los usos y maneras
de la diplomacia, el término adquiere una dimensión explosiva y capaz de
cambiar la realidad de forma subversiva. Efectivamente, en ese ámbito, un
relator es alguien que se coloca en medio de dos estados soberanos para lo que
sea menester: mediar, influir, registrar conversaciones y pactos…pero siempre
entre dos estados soberanos que interactúan en plano de igualdad legal y
administrativa. Por ser claros, supone una cagada de proporciones bíblicas y un
regalo al independentismo con el que no podían soñar. ¡¡Por fin, España se
relaciona en pie de igualdad con Cataluña; dos estados soberanos que negocian
sus relaciones sin jerarquía ni subordinación ninguna!! Eso, y nada más, es lo
que el discurso independentista tiene en la cabeza y en el libro de
instrucciones para la propaganda internacional y sus consecuencias son nefastas, pues dinamitan el actual
sistema administrativo y constitucional español, ni más, ni menos. Ya no se
trata de poder hablar, se trata, por fin, de un enorme cambio en el estatus jerárquico
de las partes en detrimento del resto de las entidades territoriales del
Estado. Casi nada.
No me sirve que el gobierno se
escude en otros significados (3), pues eso es doblemente perverso: Por un lado,
demuestra que la negociación se basa en un regateo conceptual miserable, taimado, falaz y
mentiroso. Por otro, pone de manifiesto la absoluta incapacidad de afrontar la
negociación de forma empática e inteligente, e ignora lo que la otra parte
entiende como triunfo y no sabe la adecuada valoración de cada baza según el
baremo del contrario. ¿Es que es aceptable que el gobierno de un estado juegue
a las luces y a las sombras; haga de trilero con el lenguaje y su significado y
humille al resto de las administraciones con ese juego de luces y sombras que
oculta lo que muestra?
Y, por último, una pregunta: ¿Qué
precio tiene el poder? Como en el chiste, parece que el Gobierno acepta su
papel de puta a la espera de que llegue el dinero y creo, sinceramente lo creo,
que toda negociación tiene un límite, una frontera definida por la dignidad del
negociador y el valor de lo que se negocia. Pedro Sánchez está negociando el
tiempo de vida de un gobierno, pero el precio de la indignidad no me parece
aceptable, sinceramente. Hubiera preferido la continuidad de una negociación
honesta que pusiera de relieve la incapacidad del independentismo de aceptarse y gestionarse a sí mismo y a su imposible realidad; hubiera preferido la clara demostración
de que un gobierno central puede ser más eficaz para Cataluña que el propio gobierno
de la Generalitat; hubiera preferido la convocatoria de elecciones habiendo
dejado una larga lista de iniciativas bloqueadas por unos y por otros como
núcleo de un programa electoral; hubiera preferido un proceso sincero y claro
que definiera, sin trampas, el marco de actuación posible y los universos
imposible pertenecientes al delirio de unos independentistas tramposos ajenos a la ética y a la
lógica exigibles a los gobernantes. Nada de eso me ha sido dado, de manera que
lo que me queda es el estupor y la decepción ante un líder y un gobierno que está
dispuesto a ejercer el poder arrodillado y vencido viendo como el enemigo
cambia el monto del rescate sabiendo que no hay contrario que ponga límite a su
codicia.
Dicho esto, sólo me queda
preguntar: ¿Y quién cuerno voto yo ahora?
Notas:
(1 ) Vae victis es una expresión en latín que
significa «¡Ay, de los vencidos!» (también se usa para decir "dolor al
conquistado"). Fue pronunciada por el jefe galo Breno que había sitiado y
vencido a la ciudad de Roma.
Según la tradición, en 390 a. C., tras su victoria,
Breno accedió a negociar su retirada de la ciudad mediante un rescate convenido
por ambos lados combatientes. Dicho rescate consistiría en un botín de mil
libras romanas en oro (unos 327 kg).
Cuando los romanos percibieron que los galos habían
amañado la balanza en que se pesaba el oro, protestaron ante su jefe Breno,
quien se limitó a arrojar su espada para añadirla al peso de la balanza
mientras decía «Vae victis!».
La frase sobrevive hasta nuestros días, usándose para hacer
notar la impotencia del vencido ante el vencedor, sobre todo en las
negociaciones entre ambos.
(2) Maharbal (siglo III a. C.) fue un comandante
de la caballería númida al servicio de Aníbal. No se mencionan detalles sobre su
muerte, aunque probablemente cayó en Italia en algún momento después de
la batalla de Cannas.
Es mencionado por Livio en Ad Urbe Condita.
Tras la
batalla, Maharbal pidió a Aníbal que le dejara cabalgar hacia Roma, donde
en cinco días te darás un festín como vencedor en el Capitolio. Sígueme, me
adelantaré con la caballería. Entonces sabrán que has llegado, antes de saber
que estás llegando.
Aníbal
alabó la voluntad de Maharbal, pero dijo que debía meditar sus planes. A lo que
éste respondió con la famosa frase:
Los dioses no han concedido al mismo hombre todos sus dones. Sabes vencer,
Aníbal, pero no sabes aprovecharte de la victoria.
Y se dice
que la demora de aquel día representó la salvación de la república.
(3) relator, ra
Según la RAE
Del lat. relātor, -ōris.
1. adj. Que relata (‖ refiere un hecho). U. t. c. s.
2. m. y f. Persona que en un congreso o asamblea hace
relación de los asuntos tratados, así como de las deliberaciones y acuerdos
correspondientes.
3. m. y f. En los tribunales superiores, letrado cuyo oficio
es hacer relación de los autos o expedientes.
4. m. y f. Arg. y Ur. En la radio, persona que tiene a su
cargo la narración de un espectáculo, generalmente deportivo.
5. m. desus. refrendario.
Según la ONU
Relator Especial de las Naciones Unidas
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Relator Especial es un título que se da a individuos
trabajando entre las Naciones Unidas entre el enfoque de mecanismos de
"Procedimientos Especiales" con un mandato específico del Consejo de
Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
El mandato de las Naciones Unidas ha sido "examinar,
monitorear, aconsejar y publicamente reportar" sobre problemas entre los
derechos humanos a través de "actividades llevados a cabo por
procedimientos especiales, incluyendo repuestas a quejas individuales,
estudios, dando consejos frente a cooperación técnica al nivel país, y actuando
como enlace para actividades promocionales en general."[1] Sin embargo, el
Comité de Coordinación de Procedimientos Especiales y su manual de
Procedimiento de Consejo Interno para Revisar Prácticas y Metodologías de
Trabajo (25 de junio de 2008) sencillamente habla de estos individuos como
apoderados de mandatos. Otras aplicaciones de este papel incluyen el
"Representante Especial del Secretario General" o "Experto
Independiente" o un grupo de trabajo usualmente compuesto de cinco
miembros, uno de cada región del planeta.