miércoles, 6 de febrero de 2019

VAE VICTIS


Breno deja claro quién manda en la victoria

Era el año 390 A.C. (364 A.U.C.) cuando el galo Breno (1) nos dejó claro que, una vez confirmada la derrota, el destino del vencido depende del vencedor, sin matices. Hoy, siglos más tarde, la afirmación (¡Ay del vencido!) conserva su vigencia y nos advierte de que, en la derrota, no hay límite para la ambición del vencedor, de manera que es mejor conservar las plazas y resistir que capitular esperando que el vencedor sea magnánimo.
Digo esto porque empiezo a pensar que, tristemente, Pedro Sánchez piensa que se puede depender de la inexistente misericordia de los independentistas o anda empeñado en demostrarnos, "urbi et orbe", que, en contra de lo que todos suponemos, es posible engañar a todos todas las veces. Jugar, como está jugando, con el significado de las palabras en función de que las coloquemos en ámbitos distintos, no sólo es peligroso: es humillante y deja claro que afronta la negociación dejando claro que el engaño es una opción válida, factible y manejable.
Pedro Sánchez ha llevado las negociaciones con el gobierno (¿?) de la Generalitat de una forma que yo no rechazaba; bajo una dinámica suave, eludiendo el enfrentamiento absoluto y dejando claro que había una dinámica sensata que permitía hablar de todo sin condicionar ni aceptar nada, ni principios ni finales. No quería ni humillar ni chocar y yo estaba de acuerdo, pero, desde ayer, algo ha cambiado y creo que se ha producido el desastre. Pedro Sánchez había ganado el gobierno y la victoria hay que saber aprovecharla, tal y como le aconsejaba Maharbal a Aníbal (Tras la batalla de Cannas, cuando Roma estaba indefensa, Aníbal no quiso marchar contra ella y su lugarteniente le dijo: Sabes vencer, Aníbal, pero no sabes aprovechar las victorias”).
Desde ayer, la estrategia de Sánchez y su actuación en Cataluña empuja las henchidas velas de la derecha con un viento portante que no esperaban ni podían soñar: un regalo de los cielos con el que esperan arribar a los soñados puertos de la mayoría absoluta. Si Pujol tenía un busto de Aznar en el despacho en señal de agradecimiento, los de Vox levantarán, por suscripción popular, una estatua en bronce de Pedro Sánchez frente a la entrada de su sede central. ¿Tan grave es la cosa? Personalmente, creo que sí y no tengo problema en explicar mis razones, aunque advierto que, como todas las cosas serias e importantes, requiere tiempo, reflexión y un texto largo.
En primer lugar, la elección del término es nefasta: relator. Efectivamente, si nos vamos al diccionario, su significado es inocente, pero si acudimos a la costumbre y a los usos y maneras de la diplomacia, el término adquiere una dimensión explosiva y capaz de cambiar la realidad de forma subversiva. Efectivamente, en ese ámbito, un relator es alguien que se coloca en medio de dos estados soberanos para lo que sea menester: mediar, influir, registrar conversaciones y pactos…pero siempre entre dos estados soberanos que interactúan en plano de igualdad legal y administrativa. Por ser claros, supone una cagada de proporciones bíblicas y un regalo al independentismo con el que no podían soñar. ¡¡Por fin, España se relaciona en pie de igualdad con Cataluña; dos estados soberanos que negocian sus relaciones sin jerarquía ni subordinación ninguna!! Eso, y nada más, es lo que el discurso independentista tiene en la cabeza y en el libro de instrucciones para la propaganda internacional y sus consecuencias son nefastas, pues dinamitan el actual sistema administrativo y constitucional español, ni más, ni menos. Ya no se trata de poder hablar, se trata, por fin, de un enorme cambio en el estatus jerárquico de las partes en detrimento del resto de las entidades territoriales del Estado. Casi nada.
No me sirve que el gobierno se escude en otros significados (3), pues eso es doblemente perverso: Por un lado, demuestra que la negociación se basa en un regateo conceptual miserable, taimado, falaz y mentiroso. Por otro, pone de manifiesto la absoluta incapacidad de afrontar la negociación de forma empática e inteligente, e ignora lo que la otra parte entiende como triunfo y no sabe la adecuada valoración de cada baza según el baremo del contrario. ¿Es que es aceptable que el gobierno de un estado juegue a las luces y a las sombras; haga de trilero con el lenguaje y su significado y humille al resto de las administraciones con ese juego de luces y sombras que oculta lo que muestra?
Y, por último, una pregunta: ¿Qué precio tiene el poder? Como en el chiste, parece que el Gobierno acepta su papel de puta a la espera de que llegue el dinero y creo, sinceramente lo creo, que toda negociación tiene un límite, una frontera definida por la dignidad del negociador y el valor de lo que se negocia. Pedro Sánchez está negociando el tiempo de vida de un gobierno, pero el precio de la indignidad no me parece aceptable, sinceramente. Hubiera preferido la continuidad de una negociación honesta que pusiera de relieve la incapacidad del independentismo de aceptarse y gestionarse a sí mismo y a su imposible realidad; hubiera preferido la clara demostración de que un gobierno central puede ser más eficaz para Cataluña que el propio gobierno de la Generalitat; hubiera preferido la convocatoria de elecciones habiendo dejado una larga lista de iniciativas bloqueadas por unos y por otros como núcleo de un programa electoral; hubiera preferido un proceso sincero y claro que definiera, sin trampas, el marco de actuación posible y los universos imposible pertenecientes al delirio de unos independentistas tramposos ajenos a la ética y a la lógica exigibles a los gobernantes. Nada de eso me ha sido dado, de manera que lo que me queda es el estupor y la decepción ante un líder y un gobierno que está dispuesto a ejercer el poder arrodillado y vencido viendo como el enemigo cambia el monto del rescate sabiendo que no hay contrario que ponga límite a su codicia.
Dicho esto, sólo me queda preguntar: ¿Y quién cuerno voto yo ahora?

Notas:
(1 ) Vae victis es una expresión en latín que significa «¡Ay, de los vencidos!» (también se usa para decir "dolor al conquistado"). Fue pronunciada por el jefe galo Breno que había sitiado y vencido a la ciudad de Roma.
Según la tradición, en 390 a. C., tras su victoria, Breno accedió a negociar su retirada de la ciudad mediante un rescate convenido por ambos lados combatientes. Dicho rescate consistiría en un botín de mil libras romanas en oro (unos 327 kg).
Cuando los romanos percibieron que los galos habían amañado la balanza en que se pesaba el oro, protestaron ante su jefe Breno, quien se limitó a arrojar su espada para añadirla al peso de la balanza mientras decía «Vae victis!».
La frase sobrevive hasta nuestros días, usándose para hacer notar la impotencia del vencido ante el vencedor, sobre todo en las negociaciones entre ambos.
(2) Maharbal (siglo III a. C.) fue un comandante de la caballería númida al servicio de Aníbal. No se mencionan detalles sobre su muerte, aunque probablemente cayó en Italia en algún momento después de la batalla de Cannas. Es mencionado por Livio en Ad Urbe Condita.
Tras la batalla, Maharbal pidió a Aníbal que le dejara cabalgar hacia Roma, donde
en cinco días te darás un festín como vencedor en el Capitolio. Sígueme, me adelantaré con la caballería. Entonces sabrán que has llegado, antes de saber que estás llegando.
Aníbal alabó la voluntad de Maharbal, pero dijo que debía meditar sus planes. A lo que éste respondió con la famosa frase:
Los dioses no han concedido al mismo hombre todos sus dones. Sabes vencer, Aníbal, pero no sabes aprovecharte de la victoria.
Y se dice que la demora de aquel día representó la salvación de la república.
(3) relator, ra
Según la RAE
Del lat. relātor, -ōris.
1. adj. Que relata (‖ refiere un hecho). U. t. c. s.
2. m. y f. Persona que en un congreso o asamblea hace relación de los asuntos tratados, así como de las deliberaciones y acuerdos correspondientes.
3. m. y f. En los tribunales superiores, letrado cuyo oficio es hacer relación de los autos o expedientes.
4. m. y f. Arg. y Ur. En la radio, persona que tiene a su cargo la narración de un espectáculo, generalmente deportivo.
5. m. desus. refrendario.
Según la ONU
Relator Especial de las Naciones Unidas
De UMAIC Wiki
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Relator Especial es un título que se da a individuos trabajando entre las Naciones Unidas entre el enfoque de mecanismos de "Procedimientos Especiales" con un mandato específico del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
El mandato de las Naciones Unidas ha sido "examinar, monitorear, aconsejar y publicamente reportar" sobre problemas entre los derechos humanos a través de "actividades llevados a cabo por procedimientos especiales, incluyendo repuestas a quejas individuales, estudios, dando consejos frente a cooperación técnica al nivel país, y actuando como enlace para actividades promocionales en general."[1] Sin embargo, el Comité de Coordinación de Procedimientos Especiales y su manual de Procedimiento de Consejo Interno para Revisar Prácticas y Metodologías de Trabajo (25 de junio de 2008) sencillamente habla de estos individuos como apoderados de mandatos. Otras aplicaciones de este papel incluyen el "Representante Especial del Secretario General" o "Experto Independiente" o un grupo de trabajo usualmente compuesto de cinco miembros, uno de cada región del planeta.

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